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El autor es un comentarista científico.
Los sismólogos pensaron inicialmente que sus instrumentos estaban defectuosos. La señal, detectada por las estaciones de monitoreo en septiembre de 2023, no coincidía con el rico tapiz de frecuencias característico de un terremoto o una erupción volcánica. Además, no se había informado de ningún evento de ese tipo.
Sin embargo, allí estaba, claramente visible en los monitores de todo el mundo: un zumbido global de una sola frecuencia, que pulsaba cada 92 segundos, durante nueve días. En los foros académicos en línea, la misteriosa señal se atribuyó a un OSNI (objeto sísmico no identificado).
Un año después, los científicos creen haber descifrado el misterio de lo que sacudió la Tierra: un deslizamiento de tierra provocado por el cambio climático en el este de Groenlandia desencadenó un tsunami que se agitó de un lado a otro en un estrecho fiordo durante nueve días. El rítmico golpeteo del agua entre las altas y empinadas orillas paralelas creó vibraciones detectables en la corteza terrestre.
La saga muestra cómo el cambio climático está reconfigurando nuestro mundo de maneras ocultas y empujando a los científicos al límite de sus capacidades de investigación. [scientific] «No se han creado métodos para abordar este problema porque no se ha visto nada parecido antes», afirma Stephen Hicks, sismólogo computacional del University College de Londres, que, junto con Kristian Svennevig del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia, dirigió un esfuerzo para descifrar la historia de fondo de la señal. El análisis, publicado la semana pasada en la revista Science, requirió meses de colaboración entre 68 científicos de 15 países, que se basaron en imágenes satelitales, observaciones terrestres, enorme potencia informática y aportaciones del ejército danés.
El mensaje principal no es que el cambio climático esté ocurriendo, ni siquiera que esté ocurriendo más rápido de lo previsto. Más bien, es que las consecuencias no siempre son evidentes, predecibles, mensurables o explicables. Estamos entrando en una nueva era de incertidumbre climática.
La señal, captada por primera vez el 16 de septiembre de 2023, llegó a sismómetros dispersos geográficamente en diferentes momentos, lo que permitió rastrear su origen hasta el este de Groenlandia. Las vibraciones hicieron tambalear la Antártida, al otro lado del mundo, en una hora. Después de un estallido sísmico inicial, persistió una enigmática señal de frecuencia única.
Una serie de imágenes satelitales de la región tomadas antes y después revelaron una enorme nube de polvo y, posteriormente, un paisaje alterado sobre un canal fluvial interior llamado fiordo Dickson. Una montaña se había derrumbado, lo que provocó un deslizamiento de tierra que, según mediciones posteriores realizadas con satélites y drones, arrojó 25 millones de metros cúbicos de roca y hielo al fiordo.
Esto coincidió con informes sobre un tsunami que había inundado un sitio militar y una estación de investigación a unos 70 kilómetros de distancia. La marina danesa fotografió las consecuencias mientras navegaba por el fiordo varios días después: una línea negra de 200 metros de altura grabada por escombros en un glaciar cercano marcó la altura del tsunami inicial.
La avalancha de roca y hielo coincide con el estallido sísmico inicial, pero ¿qué provocó la vibración más duradera? Al modelar el material que entraba en el agua y utilizar el ancho, la profundidad y la forma del fiordo, los científicos pudieron simular un escenario plausible.
El material colapsado se precipitó en un fiordo de casi 3 km de ancho por una orilla, lo que desencadenó un tsunami que generó una ola estacionaria, llamada seiche, que se movió de un lado a otro del fiordo. Este tipo de olas, ya sea en un lago o en una bañera, tienden a disiparse rápidamente, pero esto ocurrió en un tramo de agua restringido por un glaciar en un extremo y una curva cerrada en el otro. Básicamente, la onda estacionaria quedó atrapada, incapaz de descargar su energía en el océano a unos 200 km de distancia.
Las simulaciones sugieren que el agua se habría movido de una orilla a la otra aproximadamente cada 87 segundos, una coincidencia bastante cercana a la señal observada. El modelo también indica que el seiche se habría desintegrado lentamente.
El verdadero deslizamiento de tierra, invisible para el ojo humano, fue causado por el adelgazamiento de los glaciares al pie de la montaña, que desestabilizó el terreno escarpado. Un deslizamiento de tierra-tsunami es la primera vez que se produce en el este de Groenlandia, y ocurrió en una ruta turística popular para los cruceros. Las autoridades danesas, me dijo Hicks, están evaluando la seguridad de la zona.
Los científicos han analizado minuciosamente los datos sísmicos históricos y, de manera inquietante, han descubierto señales similares de una sola frecuencia en la misma región que se remontan a 2016. Es posible que este rincón helado del mundo haya estado crujiendo antes del evento cataclísmico del año pasado, con algún que otro deslizamiento de tierra que provocó ondas estacionarias más pequeñas que hasta ahora han pasado desapercibidas.
El paisaje que se derrite se estremece. Deberíamos estar conmocionados.