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Estados Unidos necesita una mejor estrategia en materia de semiconductores

Estados Unidos necesita una mejor estrategia en materia de semiconductores

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El autor es vicepresidente senior de Beacon Global Strategies y ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional.

La Estrategia de Seguridad Nacional 2022 establece como objetivo estratégico que Estados Unidos “supere a China” y “mantenga y perfeccione su ventaja competitiva”. Estimulada en parte por el shock geoestratégico de las interrupciones de la cadena de suministro inducidas por la pandemia, la administración Biden estableció los semiconductores como el principal campo de batalla competitivo. Sin embargo, a pesar de todas las grandes declaraciones de intenciones, hasta ahora el gobierno estadounidense no ha logrado elaborar una estrategia plausible para lograr estos objetivos.

Sus esfuerzos se han centrado en dos direcciones: 52.000 millones de dólares en incentivos de la Ley de Chips para desarrollar capacidad nacional de fabricación e I+D; y políticas de control de las exportaciones que apuntan a negar a China el acceso a capacidad avanzada de computación e inteligencia artificial.

Si bien estas medidas no tienen precedentes, no tienen en cuenta consideraciones previas o posteriores, como la necesidad de una mayor demanda interna para impulsar las cadenas de suministro en el país. Para una industria tan compleja y con tanta inversión de capital como la de los semiconductores, debemos redefinir holísticamente el campo de batalla.

Para triunfar en una competición se necesita una estrategia clara que fomente las propias fuentes de fortaleza en relación con las del competidor. Lamentablemente, hasta ahora nuestro enfoque no ha sabido aprovechar las mayores ventajas competitivas de Estados Unidos: la innovación y los socios extranjeros.

Las mayores fortalezas de la industria estadounidense de semiconductores son las empresas e instituciones académicas cuyas innovaciones han permitido tanto el abrumador dominio del mercado estadounidense como el fantástico ritmo de los avances tecnológicos a nivel mundial, así como los socios extranjeros que comparten un papel crítico en nuestra capacidad colectiva para asegurar esta cadena de suministro. Si se aprovechan adecuadamente, estos activos deberían constituir una ventaja competitiva insuperable. Más bien, estos socios están divergiendo.

Las autoridades están cada vez más preocupadas por la continua actividad empresarial en China, que consideran contraria a los intereses nacionales de Estados Unidos. La industria se siente golpeada por los controles a las exportaciones y las políticas impredecibles que obstaculizan su capacidad de planificar a largo plazo. Los socios extranjeros temen enredar sus propias industrias críticas en la volátil política estadounidense.

Seamos claros: los controles a las exportaciones, las inversiones en el exterior y otras restricciones similares son elementos necesarios de cualquier estrategia entre Estados Unidos y China. Las prácticas comerciales desleales de China han desempeñado un papel importante en la erosión de cadenas de suministro críticas de Estados Unidos, y nadie que haga negocios en China, por diligente o bien intencionado que sea, puede impedir la transferencia de tecnología de doble uso a sus servicios de defensa, inteligencia o seguridad.

No debería sorprender, por lo tanto, que Estados Unidos haya intensificado los controles a las exportaciones para protegerse contra el uso de su tecnología crítica en formas que van en contra de sus intereses nacionales. Pero también debemos reconocer que estas herramientas sólo pueden funcionar como parte de una estrategia integral de “competir”.

Hemos implementado controles a las exportaciones que perjudican de manera única a las empresas estadounidenses sin lograr un objetivo estratégico. Hemos impedido su acceso a mercados clave en crecimiento, que los competidores chinos están esperando entre bastidores. Hemos implementado programas de incentivos tan onerosos que disuaden a las empresas de participar.

¿Cómo podemos generar el grado de urgencia y colaboración necesarios entre los gobiernos y la industria que requiere un desafío de tal magnitud? La respuesta es el liderazgo, en particular del presidente y de la Casa Blanca.

La Oficina Ejecutiva del Presidente debe supervisar la coordinación estratégica de la dispar gama de autoridades gubernamentales necesarias. Debe liderar un replanteamiento radical y holístico de cómo interactúan el gobierno y la industria. Los responsables de las políticas deben adoptar una mentalidad de largo plazo y orientada a los negocios, comprender el cálculo que impulsa las decisiones empresariales e identificar políticas que alineen los intereses empresariales con los de la seguridad nacional. El gobierno debe priorizar el diálogo con socios extranjeros para establecer una visión común del panorama de amenazas y alinear los objetivos estratégicos.

Por su parte, la industria es la que mejor puede informar al gobierno sobre cómo puede “superar” a China. Debe proponer soluciones empresariales constructivas que tengan en cuenta los objetivos de seguridad nacional y política exterior. Los intentos de la industria de disuadir a los responsables políticos de perseguir esos fines son contraproducentes.

Debemos aprovechar al máximo las fuentes de fortaleza de Estados Unidos. Debemos demostrar el liderazgo y la sofisticación estratégica necesarios para conseguir que la industria y los gobiernos extranjeros colaboren como socios. El resultado de la competencia estratégica con China en materia de semiconductores definirá la seguridad nacional y económica de Estados Unidos en el futuro previsible. Debemos hacerlo mejor.

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Written by PyE

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