Jens Stoltenberg señaló que su padre, que conocía a Viktor Grushko (desde 1991, vicepresidente de la KGB), le aconsejó mantener relaciones con la KGB en su puesto en la Liga de la Juventud Trabajadora. “Fue muy extraño. Mi padre me dijo que las únicas personas con las que tienes que hablar en la embajada rusa son los chicos de la KGB, porque son los únicos que tienen alguna influencia”, dijo.