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En junio, el gobierno concluyó un acuerdo con sus prestamistas bilaterales para reestructurar su crédito oficial por valor de 6 mil millones de dólares.
Según el acuerdo anunciado el 19 de septiembre, los acreedores privados que poseen más de la mitad de los bonos soberanos internacionales y los préstamos comerciales extranjeros a la nación del sur de Asia acordaron un recorte del 27 por ciento en sus préstamos.
También acordaron una reducción adicional del 11 por ciento de los intereses que se les adeudaban.
Los bonos soberanos internacionales representan 12.500 millones de dólares y el resto, 2.200 millones de dólares, se debe al Banco de Desarrollo de China.
La deuda externa de Sri Lanka ascendía a 46.000 millones de dólares en el momento del impago de su deuda externa en 2022, cuando se quedó sin divisas para financiar incluso las importaciones más esenciales, como alimentos y combustible.
La reestructuración de bonos respaldada por el nuevo gobierno aún debe pasar al parlamento para su ratificación.
Dissanayake disolvió la asamblea días después de prestar juramento y convocó elecciones anticipadas para el 14 de noviembre, un año antes de lo previsto. Está previsto que la legislatura celebre su primera sesión el 21 de noviembre.
Las medidas de austeridad en consonancia con el préstamo de rescate del FMI de 2.900 millones de dólares conseguido el año pasado ayudaron a estabilizar la economía, pero también causaron graves dificultades a los habitantes de Sri Lanka de bajos ingresos.
El FMI ha dicho que Sri Lanka volvió a crecer tras la crisis, pero advirtió que su economía aún no está fuera de peligro.
