La integración de Hungría en la Unión Europea (UE) ha supuesto un progreso significativo en su desarrollo socioeconómico, en gran medida a través de la Política de Cohesión de la UE. Sin embargo, las desigualdades regionales persistentes y profundamente arraigadas ponen de relieve los desafíos y limitaciones de esta política, como se refleja en el noveno Informe sobre Cohesión de la UE y en análisis recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien el nivel de ingresos promedio de Hungría se ha acercado a los estándares de la UE, persisten marcadas disparidades entre las regiones del país, particularmente en empleo, educación e ingresos.
Desde principios de la década de 2000, la UE ha buscado construir una sociedad más inclusiva centrándose en el crecimiento del empleo, el desarrollo de habilidades y la reducción de la pobreza. Estas prioridades se han traducido en mejoras mensurables en toda Hungría, especialmente en la resiliencia del mercado laboral durante las crisis, las tasas de empleo y el acceso a la educación. Por ejemplo, la tasa de empleo de Hungría para personas de entre 20 y 64 años alcanzó el 80% en 2022, y varias regiones experimentaron un aumento de más de 15 puntos porcentuales. Sin embargo, persisten variaciones regionales sustanciales, quedando rezagadas las zonas del sur y el noreste.
El riesgo de pobreza sigue siendo desproporcionadamente alto en algunas regiones húngaras. En 2022, la tasa AROPE (en riesgo de pobreza o exclusión social) de Hungría era más baja que en años anteriores, pero seguía siendo alarmantemente alta en áreas como las regiones del sur de Transdanubia, el este y el norte de Hungría, donde entre el 22% y el 26% de los residentes enfrentan riesgo de pobreza. Mientras tanto, las zonas urbanas, en particular Budapest, han atraído una concentración de personas con ingresos más elevados y un alto nivel educativo, lo que ha exacerbado aún más la división entre las zonas urbanas y rurales.
A nivel nacional, la brecha laboral entre géneros fue de alrededor del 11% en 2022, y las mujeres se beneficiaron de mejores cuidados infantiles, acuerdos laborales flexibles y un mayor nivel educativo. Sin embargo, este progreso se ha distribuido de manera desigual: en las regiones subdesarrolladas se observan brechas de empleo de género de hasta el 16%.
Un país aún más dividido
El PIB per cápita general de Hungría ha aumentado significativamente, del 66% del promedio de la UE en 2010 al 76% en 2022, en parte debido a la inversión extranjera directa (IED), especialmente en industrias de alta tecnología como la fabricación de vehículos eléctricos y la producción de baterías. Sin embargo, este crecimiento nacional oculta graves disparidades regionales. La capital de Hungría, Budapest, ha superado a otras regiones, alcanzando niveles de PIB per cápita muy superiores a los de las zonas del sur y del este, donde el crecimiento se ha estancado. Según el FMI, estas desigualdades, si no se abordan, podrían ampliarse aún más a medida que avancen las transiciones verde y digital.
Las regiones con mayor productividad inicial y participación de la fuerza laboral, como Pest y Győr-Moson-Sopron, han experimentado un crecimiento económico más rápido que áreas subdesarrolladas como Somogy y Borsod-Abaúj-Zemplén. Estos hallazgos subrayan un desafío persistente: las regiones que parten de una posición desventajosa luchan por ponerse al día económicamente, lo que sugiere barreras estructurales que inhiben la convergencia.
Un fuerte enfoque de la Política de Cohesión de la UE ha sido mejorar la educación y las habilidades de la fuerza laboral, que son cruciales para la productividad y la resiliencia económica a largo plazo. En Budapest, la proporción de adultos de entre 25 y 34 años con títulos terciarios alcanzó alrededor del 58% en 2022, lo que contrasta marcadamente con el promedio nacional de alrededor del 30%. En muchas regiones rurales de Hungría, la proporción de personas con educación superior es considerablemente menor, oscilando entre el 20% y el 25%. Esta división urbano-rural en el nivel educativo sitúa a Hungría entre los países de la UE con las disparidades educativas regionales más pronunciadas, y sólo unos pocos países más, como Rumania y la República Checa, muestran diferencias comparables entre su capital y las zonas rurales.
A nivel de la UE, alrededor del 42% de las personas de entre 25 y 34 años tenían un título terciario en 2022, lo que hace que las regiones rurales de Hungría estén por detrás de este objetivo entre 10 y 15 puntos porcentuales. Estas discrepancias subrayan la necesidad de un apoyo específico a la infraestructura educativa y la accesibilidad en las zonas rurales de Hungría para cerrar la brecha, fomentar la igualdad de oportunidades y reforzar la resiliencia económica en todas las regiones.
Esta brecha educativa no es exclusiva de Hungría; sin embargo, el promedio nacional no alcanza el objetivo de la UE, que apunta a que el 45% de los adultos jóvenes obtengan un título terciario. Aumentar esta cifra es fundamental para las transiciones ecológica y digital de la UE, ya que una fuerza laboral calificada será esencial para apoyar a las industrias que están experimentando avances tecnológicos.
Las transiciones digital y ecológica son armas de doble filo
Las transiciones digital y verde presentan tanto oportunidades como riesgos para Hungría. Por un lado, la digitalización ofrece vías para el crecimiento económico. Sin embargo, la preparación de Hungría para la integración de la inteligencia artificial (IA) es una de las más bajas de la UE, especialmente en las regiones subdesarrolladas. El FMI ha destacado que el índice de preparación para la IA de Hungría ronda el 0,50, con una tasa de empleo del 45% en ocupaciones de alta exposición, lo que subraya la necesidad de una mejora significativa en las habilidades e infraestructura digitales, particularmente fuera de Budapest.
En términos de transición verde, el FMI advierte que la falta de políticas específicas podría profundizar las desigualdades regionales. Las regiones más ricas, como Hungría Central, tienen una mayor proporción de “empleos verdes”, mientras que las áreas menos prósperas pueden enfrentar desafíos para adaptarse a industrias neutras en carbono. El FMI estima que Budapest podría experimentar un crecimiento de la productividad de hasta el 1,5% gracias a la IA y las inversiones verdes, mientras que otras regiones, como las Grandes Llanuras del Norte y del Sur, podrían experimentar sólo un crecimiento modesto. Las inversiones específicas en infraestructura digital y verde podrían ayudar a mitigar estas desigualdades, haciendo que la transición sea más inclusiva.
La mala gobernanza puede perjudicar el crecimiento
La buena gobernanza y la calidad institucional desempeñan un papel vital en la reducción de las disparidades regionales. Las investigaciones del FMI indican que la calidad de la gobernanza (caracterizada por un bajo nivel de corrupción, instituciones públicas que funcionan bien y servicios públicos imparciales) es estadísticamente significativa para promover la convergencia del ingreso regional. Estos hallazgos se alinean con objetivos más amplios de cohesión de la UE, que abogan por una gobernanza sólida en todos los niveles para fomentar un entorno empresarial favorable y estimular la inversión privada.
En Hungría, las disparidades regionales en la calidad de la gobernanza contribuyen al panorama económico desigual. Por ejemplo, Budapest se beneficia de una alta calidad institucional y bajos niveles de corrupción percibida, mientras que las zonas rurales luchan con desafíos de gobernanza. Al mejorar las estructuras de gobernanza e implementar medidas anticorrupción, Hungría puede crear un entorno económico más equilibrado que respalde el crecimiento del sector privado y reduzca la desigualdad de ingresos entre las regiones.
Equilibrando el progreso y la igualdad
El caso de Hungría pone de relieve la necesidad de intervenciones políticas específicas para abordar las disparidades estructurales. Las inversiones en infraestructura digital y educación, particularmente en las regiones rezagadas, son esenciales para dotar a la fuerza laboral de las habilidades necesarias en un mercado laboral en evolución. Del mismo modo, fomentar la investigación y el desarrollo (I+D) del sector privado podría acelerar la convergencia del ingreso regional al crear empleos de alto valor.
Los hallazgos de la UE y el FMI enfatizan que mejorar la cohesión en Hungría requerirá un enfoque matizado del desarrollo económico. La UE ya está considerando reformas en el marco de su Política de Cohesión para centrarse más en el desempeño que en la asignación regional únicamente, un cambio que se espera comience alrededor de 2028. Esta evolución refleja un reconocimiento cada vez mayor de que, si bien las estadísticas nacionales agregadas pueden mostrar avances, las disparidades subnacionales a menudo lo dicen. una historia diferente. Para Hungría, una combinación de políticas nacionales y de la UE bien diseñadas puede ayudar a cerrar estas brechas, creando un panorama económico más inclusivo y resiliente para el futuro.