Un reportero del San Francisco Chronicle observó una casa equipada con rociadores de agua que inundaban continuamente el techo mientras los técnicos permanecían toda la noche monitoreando la situación. Otras empresas rocían paisajes con materiales gruesos y resistentes al fuego, informa LA Times. Pero mientras los incendios arden, quienes los emplean enfrentan críticas de la gente común, más de 100.000 de los cuales se han visto obligados a huir, dejando sus hogares bajo la débil protección de un departamento de bomberos sobrecargado, señala el New York Post.