Uno de los argumentos más discutidos tras la votación del Brexit en 2016 fue si la interferencia rusa había jugado un papel en la campaña del referéndum. Al igual que en Estados Unidos con la elección de Donald Trump cinco meses después, nunca se probó ningún vínculo o interferencia del Kremlin en el referéndum, pero el olor persistía. También lo hizo el argumento de que Rusia sería uno de los beneficiarios de que el Reino Unido estuviera fuera de la UE.
La invasión de Ucrania por parte del presidente Putin más bien ha acabado con eso. Boris Johnson ha utilizado la invasión rusa para desviar la atención de sus problemas internos sobre las fiestas que rompen el encierro, y su gobierno se ha convertido en uno de los oponentes más duros de Moscú. El miércoles, Johnson firmó acuerdos de seguridad mutuos con Finlandia y Suecia mientras los dos estados escandinavos se preparan para lo que parecen ser sus inevitables solicitudes para unirse a la alianza militar de la OTAN.
El ex primer ministro finlandés, Alexander Stubb, dijo el miércoles que estaba 99,9% seguro de que su país solicitaría unirse a la alianza en las próximas semanas.
Los acuerdos, que prometen brindar apoyo militar a Suecia y Finlandia, incluso con tropas si se solicitan, en caso de que sean atacados por Rusia durante el procesamiento de sus solicitudes de la OTAN, están cargados de simbolismo. A diferencia de la cláusula del tratado de la UE sobre asistencia mutua o el tratado de la OTAN, no tienen fuerza de ley sino que son una declaración política.
Al ofrecer la promesa de apoyo militar, en el caso muy poco probable de que sea necesario, el gobierno de Johnson ha declarado que Brexit Gran Bretaña no está tomando un camino aislacionista, sino que quiere una cooperación de defensa más estrecha con sus aliados. También enlaza con el argumento que los euroescépticos británicos han utilizado durante décadas, de que es la alianza de la OTAN, y no la UE, la principal garante de la paz y la seguridad en Europa.
Es una pieza inteligente de geopolítica de Johnson en un momento en que la actitud de los principales miembros de la UE sobre la cooperación en defensa y seguridad ha sido más ambigua.
A principios de este mes, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, aseguró a Finlandia y Suecia que Alemania y otros países de la UE acudirían en su defensa en caso de un ataque ruso en virtud de la cláusula de asistencia mutua.
Sin embargo, el gobierno de Scholz está dividido sobre el ritmo al que alcanzará el objetivo de la OTAN de gastar el 2% de su PIB en defensa y se ha mostrado reacio a enviar ayuda militar a Ucrania. En contraste, el Reino Unido no ha facilitado que los refugiados ucranianos busquen refugio en sus costas, pero ha demostrado su estatus como una de las pocas potencias militares de Europa al enviar suministros de equipo militar a Ucrania y su vecina Polonia.
Es probable que uno de los logros no deseados más importantes de la guerra de Vladimir Putin en Ucrania sea la expansión de la alianza de la OTAN en su puerta. En el proceso, el Reino Unido está aprovechando su oportunidad de volver a ser un actor importante en Europa.