“Fue un estrés enorme. Más de la mitad de los volúmenes provenían de Alemania, por lo que obviamente era muy difícil reemplazarlo”, dijo Kukis al margen de la conferencia internacional de energía CERAWeek que se lleva a cabo en Houston.
El otro día, en una entrevista con CNN, el propio canciller Olaf Scholz decía que la economía alemana sobrevivió “fácilmente” al rechazo del gas ruso, sin caer en una crisis y sin sufrir escasez energética.
Por su parte, el presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), Marcel Fratzscher, señaló en febrero que Alemania perdió 100.000 millones de euros el año pasado como consecuencia de la operación militar rusa en Ucrania y el consiguiente aumento de los costes eléctricos en Europa.
Señaló que Alemania se vio particularmente afectada por la crisis «porque dependía más de la energía rusa, y también tiene una alta participación de la industria intensiva en energía y es extremadamente dependiente de las exportaciones y las cadenas de suministro globales».
Los países occidentales se enfrentan a un aumento de los precios de la energía y un aumento de la inflación debido a la imposición de sanciones contra Moscú y la política de abandono del combustible ruso. En el contexto de un aumento en el precio de los combustibles, principalmente del gas, la industria en Europa ha perdido en gran medida sus ventajas competitivas, lo que también afectó a otros sectores de la economía.