El periodismo independiente es un pilar indispensable de nuestra democracia; Al brindar a los ciudadanos información confiable y al mismo tiempo hacer que los que están en el poder rindan cuentas, es absolutamente esencial para los controles y equilibrios sin los cuales la democracia no funciona correctamente, escribe el eurodiputado Alexis Georgoulis.
Alexis Georgoulis es miembro del Parlamento Europeo (MEP) del partido griego Syriza (izquierda de la UE).
Para poder cumplir con este importante papel en nuestra sociedad, el periodismo y la publicación de prensa deben estar libres de cualquier influencia política o de otro tipo y nunca deben temer una posible persecución legal.
Desafortunadamente, los llamados ‘SLAPP’ (juicios estratégicos contra la participación pública) se han convertido cada vez más en una herramienta legal de los poderosos para atacar a los periodistas, así como a otras personas u organizaciones de la sociedad civil que trabajan para llamar la atención del público sobre temas importantes o abogar por cambio de política
Como sugiere la palabra ‘estratégico’, los SLAPP abusan de nuestro sistema de justicia y se utilizan para intimidar, acosar y eventualmente silenciar las voces críticas. Desde demandas por difamación hasta cargos penales, pueden tomar varias formas legales y apuntar a agotar financieramente a los acusados y atarlos en largos procesos judiciales, y disuadir a otros críticos de hablar.
Los SLAPP representan una amenaza significativa para el periodismo independiente y la sociedad civil y, por lo tanto, para toda nuestra democracia. Por lo tanto, me alivia que la Unión Europea esté trabajando actualmente en una «directiva sobre la protección de las personas que participan en la participación pública de procedimientos judiciales manifiestamente infundados o abusivos».
Yo mismo participo activamente en el proceso legislativo en curso como ponente de la opinión de la Comisión de Cultura y Educación (CULT) del Parlamento Europeo. Si bien la propuesta inicial de la Comisión es en general muy buena, mi función me brinda la oportunidad de contribuir a una mayor mejora de la directiva.
Empezando por terminologías y definiciones, incluso en el título de la directiva, creo que todo Los SLAPP, como demandas presentadas con un propósito inapropiado, son abusivos por su propia naturaleza y deben filtrarse fuera del sistema judicial y someterse a sanciones.
En consecuencia, propongo eliminar cualquier división entre SLAPP “manifiestamente infundados” y “abusivos” del texto. Dada la dificultad de definir y usar el término ‘estratégico’ en el contexto de la ley, también sugiero cambiar el nombre del término como «abusivo juicios contra la participación pública” (manteniendo la abreviatura ‘SLAPP’ para evitar confusiones).
Esencialmente, los SLAPP son ataques a la libertad de expresión. Por eso propongo ampliar la directiva para incluir referencias a varios otros derechos y libertades inherentemente vinculados al ejercicio de la libertad de expresión e información, por ejemplo, el derecho a la libertad de asociación y reunión, así como a la libertad de las artes, la cultura y la ciencia.
Con esto, podemos anclar una definición integral y basada en los derechos de la noción de ‘participación pública’ que debe entenderse como participación en la vida pública y la toma de decisiones, pero también en el ejercicio de un rol de vigilancia para promover la rendición de cuentas por la actividad que se considera ilegal, inmoral, ilícita, insegura o fraudulenta.
En cuanto al ámbito personal de la directiva, creo que la propuesta de la Comisión es demasiado limitada. Estoy a favor de un alcance mucho más amplio, extendiendo la legislación a las demandas presentadas contra cualquier persona física o jurídica que se dedica, directa o indirectamente, a la participación pública. Este enfoque cubriría no solo a los periodistas y defensores de los derechos humanos, sino a todos los actores de nuestra sociedad civil, incluidos investigadores, académicos, autores de obras creativas, artistas, denunciantes y editores, reflejando así la amplia gama de actores afectados por los SLAPP.
En última instancia, es nuestra sociedad civil en su conjunto, que comprende organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios y ciudadanos individuales, la que desempeña un papel igualmente importante en la defensa de los valores democráticos, el ejercicio de su derecho a la libertad de expresión y la rendición de cuentas de quienes están en el poder. En este sentido, la nueva directiva anti-SLAPP de la UE puede significar un gran paso adelante, siempre que se transponga adecuadamente a la legislación nacional y se aplique debidamente.