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Una larga caminata por el desierto del noreste de Níger lleva a los visitantes a una de las vistas más asombrosas y gratificantes del Sahel: pueblos fortificados de sal y arcilla construidos sobre rocas, asediados por las arenas del Sahara. Generaciones de viajeros han estado ante los «ksars» de Djado, deambulando por sus muros almenados, torres de vigilancia, pasadizos secretos y pozos, todos ellos testimonio de una mano hábil pero desconocida.