Han pasado más de siete años desde el referéndum del Brexit y más de tres años desde la entrada en vigor del Acuerdo de Retirada UE-Reino Unido. No ha sido un divorcio fácil. La UE a veces, erróneamente, enfatizó demasiado el mensaje de «cometió un error» que se estaba difundiendo tanto interna como externamente. Para el Reino Unido, no siempre estuvo claro qué términos buscaba y qué tipo de independencia quería.
Ahora podemos mirar hacia el futuro con más confianza y finalmente podemos abrir un nuevo capítulo en nuestra relación. La guerra de Rusia contra Ucrania nos ha colocado en un contexto completamente nuevo y más geoestratégico. El Reino Unido es un socio clave y un aliado cercano con quien hemos disfrutado de una excelente cooperación para apoyar a Ucrania.
Debemos estar preparados para un proceso, no para una revolución. Eso significa entenderse mejor y generar confianza, no insistir en el pasado ni lanzar amenazas y presentar ultimátum en Bruselas o Londres. Esperemos que haya quedado atrás el momento de arriesgarse a emprender acciones unilaterales. Avanzar significa, ante todo, ser pragmáticos, es decir, apostar por normalizar, profundizar y reinventar nuestros lazos.
La normalización ya ha tenido lugar con el Acuerdo de Windsor. Proporciona un conjunto de soluciones prácticas y compartidas para la implementación del Protocolo de Irlanda del Norte. Este nuevo acuerdo aborda las preocupaciones de los ciudadanos y las empresas al tiempo que garantiza la protección del mercado único de la UE. Lo que es más importante, nos permitirá salvaguardar el progreso de paz del Acuerdo del Viernes Santo firmado en Belfast hace 25 años. No le corresponde a la UE interferir, ni siquiera indirectamente, en el marco constitucional del Reino Unido. Por el contrario, debemos comprender las preocupaciones del pueblo de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, expresadas tanto en los resultados de sus recientes elecciones como en sus preferencias políticas. Esta es una situación muy delicada que merece mucha empatía.
A continuación, profundizar la relación: Somos vecinos, socios, aliados naturales y amigos. El Reino Unido es el tercer socio comercial de la UE (12,6 %), después de Estados Unidos y China. El Acuerdo de Comercio y Cooperación (TCA), negociado en un récord de nueve meses en 2020, se revisará en 2026. Esta es una oportunidad importante para actualizar el acuerdo. La más obvia sería añadir un capítulo de cooperación en el ámbito de la política exterior y de seguridad, dadas las tensiones geopolíticas no solo en Europa, sino también a nivel global en el mundo multilateral, y con nuevos retos como la ciberseguridad y la inteligencia artificial. Es necesario llegar a un compromiso sobre la cooperación en investigación y la posible participación del Reino Unido en el programa Horizon Europe. Deberíamos volver a mirar los intercambios de estudiantes, donde ambos lados del Canal pueden beneficiarse de una alianza UE-Reino Unido. Por último, pero no menos importante, sin duda existe la necesidad de una mayor cooperación en la lucha contra la inmigración ilegal, que no podremos abordar por separado. Los servicios financieros o la pesca son otras áreas donde las cosas se pueden hacer mejor.
En tercer lugar, tenemos que empezar a trabajar en la reinvención de nuestra relación UE-Reino Unido desde una perspectiva más amplia y con una imaginación más audaz. Todas las opciones deben ponerse sobre la mesa, incluidas aquellas que parecen poco probables en este momento. Una relación futura con el Reino Unido también debería encajar en un replanteamiento más amplio de la arquitectura institucional de Europa. Existe una UE, pero también existe la nueva Comunidad Política Europea, imaginada por Macron y realizada por primera vez en Praga durante la presidencia checa. En la próxima década, la UE tendrá que ver cómo gestionar las aspiraciones de Ucrania y los estados de los Balcanes Occidentales que quieren unirse. Revivirán debates casi olvidados sobre geometría variable y una Europa de varias velocidades. También lo hará la “autonomía estratégica” de la UE, que está destinada a resurgir tarde o temprano.
A medida que nos acercamos a la próxima sesión ordinaria de la Asamblea de Asociación Parlamentaria UE-Reino Unido en Bruselas, podemos decir que nuestra relación está cobrando un nuevo impulso. No nos lo perdamos.