Primero, el liderazgo es vital. El papel del líder de cualquier institución multilateral incluye no solo decir la verdad al poder, sino también movilizar a los países más pequeños para asegurar que sus voces sean escuchadas y contrarrestar la influencia de los poderosos.
Sin embargo, esta influencia compensadora será silenciada mientras los estados poderosos controlen el nombramiento y la reelección de los altos cargos de las organizaciones, como lo hacen Estados Unidos y la Unión Europea, y cada vez más China, en el Banco Mundial y el FMI. Tal como están las cosas, los jefes de estas instituciones son implícitamente responsables ante los principales poderes.
En segundo lugar, en principio, los arreglos formales de gobernanza que garantizan la representación de todos los miembros, las reglas sobre la dotación de personal y el financiamiento y los procesos de toma de decisiones permiten a todos los Estados miembros exigir cuentas a una institución.
Pero el funcionamiento eficaz de tales mecanismos requiere atención, información y experiencia. Actualmente, demasiados países están representados en instituciones multilaterales por funcionarios que cumplen períodos breves y tienen poco acceso a la información. Esto los hace fáciles de superar.
Los países menos poderosos deben capacitar y equipar a sus representantes de manera adecuada para que sirvan en las juntas directivas de las organizaciones internacionales, de modo que puedan defenderse y restringir la influencia indebida de los más poderosos.
Por último, la transparencia es fundamental. La tendencia hacia evaluaciones abiertas realizadas por oficinas de evaluación independientes y el aumento de la publicidad en torno a los esfuerzos de algunos países para influir en las organizaciones internacionales, incomodan a todos los participantes. Pero son vitales en la búsqueda de una cooperación eficaz.
Dadas las intensas tensiones geopolíticas actuales, las quejas sobre la supuesta influencia excesiva de algunos países en las instituciones multilaterales pueden volverse más frecuentes.
Un liderazgo más responsable, una representación eficaz y una transparencia son las mejores herramientas para contrarrestarlo, detectarlo y mitigarlo.
Ngaire Woods es Decano de la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford. SINDICATO DEL PROYECTO
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