Fue en 1985 cuando se subió a la red el primer sitio web. Más de cuatro décadas después la red sigue evolucionando y marcando las pautas a seguir por parte de los webmasters de todo el mundo.
¿Cómo actualizar un sitio web?
Los dominios de Internet en la época actual cuentan con todo tipo de recursos para adaptarse a las necesidades de sus usuarios potenciales. Desde un nombre competitivo a un alojamiento web en la nube o un diseño con inteligencia artificial, todo influye para convertir cada espacio en la red en uno más competitivo. Al mismo tiempo, los usuarios potenciales parecen huir progresivamente de lo de siempre para centrarse en todas las ventajas que ofrecen las tecnologías más actuales. Así, priman la inmediatez, la rapidez, la calidad de los contenidos y una nueva manera de entender que un sitio web no es algo estático, sino ajustable a las necesidades reales que pueda tener quien vaya a utilizarlo. Así, contar con una empresa que cumpla con los requisitos anteriores es siempre un importante primer paso hacia el inicio de una etapa comercial nueva y distinta a la anterior.
¿Qué nos espera en un futuro próximo?
De momento, la ley de Internet está convirtiéndose en uno de los grandes quebraderos de cabeza de los que tienen su negocio en la red. Se ignora cuál es su objetivo y parece poco probable que haya un acuerdo internacional para ponerla en práctica. Las legislaciones respectivas de cada país convierten un proyecto a priori interesante en un laberinto legal con incierta salida hacia una nueva etapa.
Lo mismo sucede a la hora de determinar de quién es la responsabilidad de los contenidos publicados. En Brasil la ley estima que es el encargado del sitio web quien debe hacerse responsable de lo que publica, pero en otras naciones se tienen en cuenta matices varios como la posibilidad de contratar a un tercero e incluso la copia directa de textos de otras fuentes. Indudablemente, ha de evitarse la impunidad y la apuesta debe ser cada vez más decidida por cumplir, y hacer cumplir, la legislación vigente en cada país. Y es que, en realidad, lo que alguien consulta en la red no deja de ser un contenido, aunque en distintos formatos (imágenes, textos, etcétera). He aquí la importancia de su actualización periódica que ha de ir acompañada de una estrategia de SEO adecuada para convertir cualquier texto en uno más popular y útil.
Concluimos que la ley de Internet va a regular los sitios publicados en la red, pero sin olvidar nunca otros factores esenciales como el alojamiento, el diseño, la estructura y todo lo relacionado con la usabilidad. Si alguien busca un contenido concreto, es recomendable ofrecer el que tenga más calidad para lograr así tanto generar tráfico como crear un compromiso con ese usuario. Del trabajo diario proviene una adaptación a lo que se requiere de un sitio web. El camino recorrido por el el primer dominio de la historia ayuda a conseguir los resultados más optimistas y esperanzadores.