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La candidata presidencial de la oposición de México, Xóchitl Gálvez, ha prometido enfrentarse frontalmente a los poderosos cárteles de la droga del país, criticando la estrategia del gobierno de “abrazos, no balazos” como negligente en una entrevista antes de las elecciones de junio.
Los mexicanos están experimentando una ola de violencia que ha ido creciendo durante más de 15 años, con grupos criminales matando casi con impunidad, controlando franjas del país y extendiendo sus tentáculos a la política local, según los expertos.
La solución es “enfrentar a los delincuentes”, dijo Gálvez al Financial Times en una entrevista, calificando la seguridad como su prioridad número uno.
“Nadie tiene tanto poder como el Estado y hay que usarlo. Hay que utilizarlo con inteligencia pero con firmeza”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador creó una nueva guardia nacional dirigida por militares para mejorar la seguridad y se comprometió a abordar las causas fundamentales de los delitos violentos, como las dificultades económicas. Pero durante su mandato de seis años, que finaliza en septiembre, han sido asesinadas y desaparecidas más personas que en el de cualquier otro presidente mexicano.
Gálvez, una empresaria hecha a sí misma que inicialmente tenía pocas posibilidades de ser candidata de la oposición, se postula al frente de una coalición opositora tripartita. La mayoría de las encuestas la sitúan entre 10 y 20 puntos detrás de la favorita Claudia Sheinbaum, la candidata del partido en el poder, aunque la oposición argumenta que muchas de las encuestas están sesgadas.
Algunos mexicanos desconfían de un enfoque de confrontación contra el crimen organizado, y atribuyen la creciente ola de violencia en el país a la guerra total contra las drogas del ex presidente Felipe Calderón, que se lanzó en 2006.
Pero desde entonces, los poderosos cárteles del país han crecido y se han diversificado hacia nuevos y lucrativos negocios como el opioide sintético fentanilo, así como la extorsión y el tráfico de inmigrantes.
Gálvez, de 61 años, dijo que pagaría mejor a la policía, invertiría más en seguridad y que el lema del gobierno de “abrazos, no balas” había fracasado.
“Las balas han sido para los ciudadanos”, afirmó.
La violencia también es un obstáculo para el crecimiento de la inversión extranjera en un momento en que México parece estar bien posicionado para beneficiarse de la escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
México es ahora el mayor socio comercial de Estados Unidos, pero la inversión en el país se ha visto frenada por factores que también incluyen la escasez de energía eléctrica limpia, agua y tierras adecuadas, y preocupaciones sobre el clima de inversión.
El gobierno de López Obrador ha tenido cuidado de no cortejar a China, particularmente ahora que el acuerdo comercial T-MEC con Estados Unidos y Canadá será revisado en 2026.
Gálvez comparte la cautela del gobierno: “La polarización comercial entre China y Estados Unidos nos dice claramente que México no debe equivocarse en esto”, dijo.
En lo que difiere del partido gobernante Morena es en la relación que México debería tener con países como Rusia, Nicaragua, Venezuela y Cuba, hacia los cuales el gobierno actual a menudo ha adoptado un enfoque acrítico.
«No me asociaré con gobiernos autoritarios y corruptos», dijo. «Sé leer un mapa, somos parte de América del Norte y nuestros intereses comerciales están en Canadá y Estados Unidos».
Después de un estallido inicial de entusiasmo, las encuestas sugieren que la campaña de Gálvez ha tenido dificultades para ganar terreno más allá de los votantes del núcleo de la oposición. El agregador de encuestas Oraculus sitúa a su coalición con el 34 por ciento de los votos, exactamente donde estaba en agosto de 2023 cuando ganó la nominación.
Gálvez, que a menudo viste una blusa tradicional de huipil y hace referencia a sus raíces indígenas, dijo que las encuestas no capturaban un gran voto “oculto” a su favor y que no estaba compitiendo en condiciones justas.
México, que tuvo un gobierno de partido único durante 70 años hasta 2000, impone reglas estrictas sobre lo que el gobierno de turno puede decir durante las campañas. El presidente López Obrador, a quien la Constitución prohíbe postularse para la reelección, ha sido reprendido varias veces por la autoridad electoral independiente, el INE, por hacer comentarios a favor de su partido durante sus maratónicas conferencias de prensa matutinas.
Morena, el partido gobernante, ha invertido enormes recursos en su campaña publicitaria. Los candidatos rivales se han quejado de que también utilizó infraestructura gubernamental para ayudar a Sheinbaum, algo que el gobierno niega. El partido lanzó su versión de una primaria presidencial el año pasado antes de que las reglas lo permitieran, y la alianza de Gálvez hizo lo mismo.
“No es normal tener que competir contra el presidente y contra el candidato”, dijo Gálvez.
Los analistas políticos dicen que la campaña de Gálvez se ha visto perjudicada por las luchas internas entre los partidos de oposición de su coalición, que tienen un importante problema de imagen debido a fracasos pasados en el gobierno y son constantemente criticados por López Obrador. Cuando se le preguntó si la alianza opositora se rompería si ella perdiera, Gálvez insistió en que perduraría.
Morena ha dicho que quiere obtener una mayoría de dos tercios en el Congreso para aprobar una reforma constitucional de instituciones clave, incluidos líderes elegidos popularmente de órganos como la Corte Suprema y el INE. La oposición advierte que los planes suponen un riesgo para la democracia.
“Su sueño es un México unipersonal, de un solo partido”, dijo sobre López Obrador. «El regreso de un régimen autoritario está a la vuelta de la esquina».
Gálvez cita como inspiraciones a la Madre Teresa, a la escritora y monja mexicana Juana Inés de la Cruz y a la exlíder alemana Ángela Merkel. Dijo que una bendición del Papa Francisco la ayudaría a enfrentar a los criminales del país.
Su visión es la de un Estado “esbelto” con el sector privado como aliado, a diferencia del partido gobernante que, según ella, “odia” a los empresarios, pensando que todos son corruptos.
La experiencia de Gálvez de montar su propia empresa, que brinda asesoramiento sobre edificios inteligentes, la convertiría en una mejor presidenta, afirmó.
“Estoy segura de que el país en manos de una mujer que sabe administrar el dinero va a funcionar mejor”, afirmó. “Al fin y al cabo, lo que la gente quiere es un trabajo bien remunerado”.
