Tal vez los precios inelásticos de “cosas especiales” nos demuestren o nos revelen normas y valores que idealizamos. Las vacaciones a toda costa son la forma en que cumplimos nuestro deseo de un equilibrio entre el trabajo y la vida, incluso si tales equilibrios no existen. Una boda costosa es nuestra forma de marcar el evento como significativo, porque el gasto es señal de inversión.
En una sociedad en la que casi todo se puede comprar o vender, nuestros valores e ideales también se pueden mercantilizar.
EL VALOR DE LOS VALORES
Sin embargo, ¿en qué punto podemos decir que la cantidad que gastamos equivale a amor, piedad filial y lealtad familiar? En otras palabras, ¿hasta qué punto podemos poner un valor monetario a algo intangible?
La tentación de contar siempre está ahí, como consecuencia de vivir en una sociedad capitalista y tecnocrática. Hemos sido socializados para pensar que más y lo nuevo siempre es mejor, tanto que incluso ciertas versiones del más allá también son lugares para señalar la marca.con tiendas que venden réplicas en papel joss de los últimos MacBook Pro y iPhone.
Al mismo tiempo, no creo que la respuesta sea desvincularnos por completo de los rituales, ya sean religiosos o de otro tipo. Los rituales y la ceremonia son una parte central de lo que nos hace humanos. Nuestra participación colectiva en rituales crea formas de solidaridad dentro y entre grupos.
Lo que tenemos que tener cuidado, y lo que tenemos que preguntarnos, es si el gasto realmente simboliza nuestros ideales, o si es nuestra forma de superarnos unos a otros.
Terence Heng es profesor titular de Sociología en la Universidad de Liverpool, Reino Unido, donde también es asociado del Centro de Arquitectura y Artes Visuales.