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EN QUIÉN CONFÍAN LOS JÓVENES
La cuestión en juego gira en parte en torno al control del llamado “gráfico social”, o los datos en línea y la huella digital de los usuarios. En los últimos años, voces prominentes como McCourt y Haidt han arremetido contra el control del gráfico social por parte de las grandes tecnologías, argumentando que se está utilizando para manipularnos a todos de maneras poco saludables, a través de algoritmos opacos, como el de TikTok.
Por lo tanto, el instinto de la mayoría de los formuladores de políticas –y de los padres– es querer retroceder el tiempo y frenar las redes sociales.
Pero esto parece poco realista dado que la digitalización de nuestras vidas no sólo ha cambiado nuestros hábitos diarios, sino también nuestros mapas cognitivos y patrones culturales innatos en al menos dos formas importantes.
El primero es un cambio de las llamadas relaciones de confianza “verticales” a relaciones “laterales”: de obtener asesoramiento de instituciones y figuras de autoridad a un grupo de pares en red. El segundo tiene sus raíces en lo que yo llamo el surgimiento de la “Generación P” –Generación “Pick’n’ Mix” o “Playlist”- cuyos miembros se están volviendo adictos a personalizar sus vidas cibernéticas de acuerdo con las elecciones individuales de los consumidores, y hacerlo de una manera manera que se ve amplificada por el auge de las herramientas de inteligencia artificial.
Estos dos cambios están llevando a los usuarios de Internet a agruparse en tribus en línea con ideas afines, donde deciden qué es “verdad” analizando los sentimientos y experiencias de sus pares, con resultados sorprendentes. Una encuesta del Centro para la Lucha contra el Odio Digital, por ejemplo, muestra que los adolescentes son la generación más inclinada a las conspiraciones.
Y una sorprendente investigación etnográfica realizada por Jigsaw, una rama de Alphabet, y otros, sugiere que los jóvenes ahora confían en sus pares para recibir consejo en la mayoría de las esferas de la vida, valorándolos más que a los médicos para obtener información médica, digamos. De hecho, cada vez se confía más en los robots de IA que en las figuras de autoridad humana, debido al amor por la personalización y el asesoramiento de pares. Sí, en serio.
