LUCHANDO CONTRA LAS GRANDES TECNOLOGÍAS
A miles de kilómetros de Silicon Valley, Australia ha encabezado los esfuerzos por frenar el dominio de las grandes tecnológicas. Una propuesta de ley independiente destinada a acabar con la desinformación digital ha provocado la ira de Elon Musk, que la semana pasada calificó al gobierno de «fascista». (El gobierno ha demandado a la X de Musk, antes conocida como Twitter, por un violento vídeo de un ataque terrorista, pero perdió en los tribunales).
El país también ha estado involucrado en una batalla que dura años para obligar a los gigantes tecnológicos a pagar por el contenido informativo. En un momento en que otras jurisdicciones han tenido dificultades para enfrentarse a empresas tan poderosas, los ataques multifacéticos de Australia son admirables.
Pero las investigaciones han demostrado que los límites de edad para las redes sociales no son la forma más efectiva para proteger a los adolescentes de sus posibles daños. Los jóvenes han demostrado una notable destreza para encontrar soluciones alternativas, incluso aquellos menores de 13 años, a quienes la mayoría de las plataformas ya prohíben.
La Asociación Estadounidense de Psicología ha sostenido que el uso de las redes sociales no es inherentemente beneficioso ni perjudicial para los adolescentes, pero los límites estrictos de edad ignoran las diferencias individuales en los niveles de madurez de los adolescentes. En otras palabras, cumplir 16 años no te hace instantáneamente más competente para navegar por el mundo digital que un adolescente maduro de 14 años.
El proceso de implementar una verificación amplia de la edad en línea plantea una serie de preocupaciones sobre la privacidad, que van desde cómo se podría almacenar la información de identificación de los usuarios jóvenes hasta impedirles navegar libremente por Internet manteniendo el anonimato digital.
Cerrar por completo el acceso a las comunidades digitales también puede cortar las redes de seguridad de algunos jóvenes, especialmente de aquellos que pertenecen a grupos marginados. TikTok, en particular, se ha convertido en una plataforma popular para los australianos indígenas, ya que les permite un espacio donde compartir de todo, desde recetas económicas hasta respuestas al racismo con las que pueden identificarse. Los jóvenes indígenas de zonas remotas que tal vez no vean sus historias reflejadas en los medios tradicionales pueden sentirse menos aislados. Los defensores de los derechos LGBTQ+ en Australia han planteado preocupaciones similares sobre una posible pérdida de conexiones para los adolescentes queer vulnerables si la prohibición entra en vigor.
En términos más generales, los investigadores tecnológicos advierten que excluir a los jóvenes de las plataformas de redes sociales solo los llevará a rincones más oscuros y menos regulados de la web.