LOS MUCHOS COSTOS DE LA ROPA DE BAJO PRECIO
Consumo es un acto individualista. Nos permite distinguirnos a través de nuestra vestimenta, cultura e incluso el entretenimiento que consumimos. El consumo ético es cuando los consumidores consideran los impactos ambientales y sociales más amplios de lo que consumen, incluso cuando compran ropa.
Se espera que los ingresos del mercado mundial de prendas de vestir alcancen los 2 billones de dólares estadounidenses para 2026. Asia sigue siendo la fábrica de prendas de vestir del mundo. Representa el 55 por ciento de las exportaciones mundiales de textiles y prendas de vestir, y emplea a unos 60 millones de trabajadores.
La Organización Internacional del Trabajo ha estimado que 160 millones de niños de 5 a 17 años estaban involucrados en trabajo infantil a principios de 2020, muchos de los cuales habrían trabajado en la cadena de suministro de la moda.
¿NO ES CUALQUIER TRABAJO MEJOR QUE NINGÚN TRABAJO?
Una defensa común de los fabricantes que utilizan acuerdos laborales de explotación es que dicho trabajo suele ser la mejor opción disponible para esos trabajadores. Los trabajadores aceptan voluntariamente las condiciones y su empleo ayuda al desarrollo económico a largo plazo.
Al mismo tiempo, la investigación emergente sostiene que los talleres clandestinos son el resultado de la elección del consumidor, en el que los minoristas simplemente están respondiendo a una demanda de moda de precio ultra bajo. Esto infiere que si no hubiera demanda, no habría talleres clandestinos.
Pero un problema de responsabilizar a los consumidores es que la gran mayoría no sabe cómo se fabrica su ropa. A pesar de que se atribuye a la “transparencia de la cadena de suministro” el aumento de la legitimidad y la confianza de la marca, es difícil lograr una verdadera transparencia, incluso para los minoristas, debido a los elementos inconexos y distantes de cómo se mueven los productos a través de la cadena de suministro (que incluye proveedores, productores, fabricantes, distribuidores y minoristas).
Nuestra propia investigación sobre la percepción de los consumidores sobre el bienestar de los trabajadores encontró que a las personas les cuesta relacionar la camisa de US$5 que compraron con la persona que la hizo, o cómo se hizo.