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COMENTARIO: Una espantosa punta de un dedo cortado cuenta una historia dolorosa sobre el Japón corporativo

DONDE SE DETIENE EL DINERO

En el contexto corporativo, este temor encuentra expresión en varias formas: acaparamiento de efectivo, aversión al riesgo, acciones cruzadas en otras compañías que cotizan en bolsa, la tendencia a establecer pronósticos bajos y esperar un rendimiento superior y los directores ejecutivos cuya mayor ambición estratégica es sobrevivir a su tiempo en la cima sin incidentes.

Lo sorprendente de este marco de miedo es lo repentinamente vulnerable que parece todo, y en múltiples frentes. El primero de ellos, en un cambio que aún no ha sido reconocido por su naturaleza verdaderamente tectónica, es un nuevo edicto de la Bolsa de Valores de Tokio que, de hecho, obligará a las empresas a explicar por qué la relación entre el precio de las acciones y el valor contable es consistentemente bajo.

El factor vergüenza debería, en teoría, sacudir duramente a muchas empresas. Y aunque la métrica precio-valor contable puede no ser el mejor o el más consistente indicador del compromiso de una empresa con una mejor gobernanza y una mejor eficiencia del capital, funciona bien como un identificador general del problema más grande.

Los directores ejecutivos japoneses han vivido hasta ahora sin una presión explícita y sostenida (o un incentivo relacionado con la propiedad de acciones) para aumentar el precio de sus acciones, o incluso una doctrina clara de que está dentro de sus poderes hacerlo. De repente, el TSE ha otorgado permiso a los inversionistas para endurecer los niveles de alfabetización de los directores ejecutivos en lo que respecta al costo del capital, y hacer que la inacción sea el mayor temor que una corrección repentina del rumbo.

Estrechamente relacionado con eso está la necesidad de que las empresas estén más asustadas de lo que parecen estar actualmente por el ritmo del cambio irresistible, y en algunos casos existencial. Las transformaciones que la inteligencia artificial impondrá en el Japón empresarial, el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China y el hecho de que la empresa más importante del país, Toyota, parece haber juzgado mal la demanda mundial de vehículos eléctricos son ejemplos de preocupaciones que deberían pesar mucho más el miedo convencional al cambio estratégico repentino. Todavía tienen que hacerlo, al menos en apariencia, en los C-suites de muchas empresas.

La punta de un dedo faltante, por espantosa que sea, puede sobrevivir. La pregunta que plantea el incidente es qué tan grave tendría que haber sido la lesión para renunciar a las entregas de ese día.

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Written by PyE

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