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Crítica de Mi país imaginario — Convulsiones chilenas reciben a un director que regresa del exilio

el momento de Mi país imaginario puede sentirse trascendental. Este septiembre se cumplirán exactamente 50 años desde que el gobierno chileno de izquierda de Salvador Allende fue derrocado por militares del país con el respaldo de la CIA. Siguió una dictadura abismal. El tumulto previo al golpe fue captado por Patricio Guzmán en su emblemático documental la batalla de chile. Tras pasar gran parte de su vida en el exilio, el director estrena ahora Mi país imaginarioregistrando su regreso al país que atraviesa otra convulsión: el 2019 estallido social (“estallido social”) de protestas masivas contra la desigualdad y el estancamiento político. El resultado es a la vez vívido, cinético, lleno de esperanza y angustiado.

Y esta batalla es literal. En Santiago, la policía dispara balas de goma; los adoquines se rompen y se arrojan hacia atrás. Pero si Guzmán admira a los jóvenes manifestantes, nunca se deleita con la violencia. (Admite un déjà vu de pesadilla cuando los soldados regresan a las calles de Chile). En cambio, algo menos alcanzable en la filmación de 1973 se convierte en un motivo épico. Extraordinarias tomas de drones capturan la gran cantidad de personas involucradas en el estallido, avenidas de la ciudad convertidas en ríos de humanidad. Y una estructura elegante y sencilla deja espacio para lo micro junto con lo macro. Las entrevistas con activistas detallan las quejas económicas crudas sobre las pensiones exiguas y el costo de la educación; el enfado particular de las mujeres chilenas; sobre todo, la sombra psíquica proyectada por una constitución nacional que se remonta al general Pinochet.

Pero el tiempo también puede ser de doble filo para cualquier película relacionada con el ciclo de noticias. Desde que se filmó la película, Chile se ha transformado a medias, con un nuevo presidente de izquierda en Gabriel Boric. Esa odiada constitución ahora está destinada a ser prestada. Y, sin embargo, su desmantelamiento ya está sumido en la incertidumbre política. Aún así: además de su cámara aérea de tribuna, Guzmán también salpica la película con fotografías elocuentes. Una pista, tal vez, de cómo Mi país imaginario debe entenderse mejor. Es una imagen congelada de un punto en el tiempo; una instantánea elegante del cambio en movimiento.

★★★★☆

En los cines del Reino Unido a partir del 9 de junio

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Written by PyE

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