La primera ministra de Perú, Mirtha Vásquez, renunció el lunes después de menos de cuatro meses en el cargo, sumiendo al turbulento gobierno de izquierda del presidente Pedro Castillo en una nueva crisis.
En su carta de renuncia, Vásquez dijo que ya no era posible encontrar consenso dentro del gabinete. En un claro golpe al presidente, también arremetió contra “el ejecutivo”, diciendo que “las dudas y la indecisión son inaceptables”.
Castillo respondió al decir que reorganizaría su gabinete y armaría “un nuevo equipo”, lo que sugiere que esperaba más cambios ministeriales.
El caos en el gobierno, que ha dejado a Castillo en busca de su tercer primer ministro tras apenas seis meses en el poder, ha confianza empresarial mellada y debilitó la moneda peruana, el sol.
Castillo ha sido ampliamente criticado por flip-flopping en la política y por hacer declaraciones ha tenido que retractarse o matizar posteriormente. Ya ha sobrevivido a un intento de juicio político y es probable que se enfrente a otros, mientras que su índice de aprobación se ha desplomado desde un pico de alrededor del 40 por ciento en septiembre a alrededor del 25 por ciento.
Agricultor y maestro de escuela de un pueblo pobre y remoto en la sierra norte de Perú, Castillo no tenía experiencia previa en cargos públicos cuando ganó las elecciones del país en junio.
Su administración ha estado plagada de controversias desde el principio, cuando nombró al marxista de línea dura Guido Bellido como su primer ministro. Bellido duró solo 69 días antes de ser reemplazado por Vásquez.
Varios otros miembros del gabinete de Castillo se han ido desde: un ministro de Relaciones Exteriores renunció por sus comentarios sobre Sendero Luminoso, el grupo maoísta que aterrorizó a Perú en las décadas de 1980 y 1990; un ministro del interior fue despedido por organizar una fiesta escandalosa a pesar de las restricciones de coronavirus que promulgó; y un ministro de defensa renunció en un escándalo por ascensos dentro de las fuerzas armadas.
El domingo, Castillo aceptó la renuncia de su tercer ministro del Interior y despidió al jefe de la policía en una fila por ascensos y retiros dentro del servicio.
Vásquez dijo que la disputa en el Ministerio del Interior fue parte de la razón por la que renunció y alegó “posibles actos de corrupción” realizados por “funcionarios de alto nivel dentro de este [Castillo’s] administración».
Castillo no respondió de inmediato a las acusaciones de corrupción.