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Los Juegos Olímpicos de París fueron un éxito veraniego deslumbrante que encantó al mundo y reafirmó el orgullo nacional francés. Pero la resaca será dura.
Concluida la ceremonia de clausura del domingo, el presidente Emmanuel Macron ahora debe lidiar con una crisis política que él mismo creó y que había ocultado hasta que terminaron los Juegos.
Se avecinan conversaciones sobre empleos gubernamentales y recortes presupuestarios, y seguramente habrá enojo entre los votantes.
“Ahora tenemos que despertar de este hermoso sueño”, dijo Christine Frant, de 64 años, en la zona de aficionados del Club France el pasado fin de semana. “Es una pena que vayamos a volver a la rutina de todos los días, sin gobierno, con peleas en el parlamento, mientras que aquí todo era alegría, compartir”.
En una apuesta política, Macron convocó elecciones legislativas anticipadas apenas unas semanas antes del inicio de los Juegos. Los votantes eligieron un parlamento sin mayoría.
Elegir un primer ministro que pueda apaciguar al campo centrista de Macron, a una alianza de izquierda y al partido de extrema derecha Agrupación Nacional ha resultado complicado.
Después de días de acuerdos políticos que no llevaron a ninguna parte después de la votación del 7 de julio, Macron declaró una tregua política durante la duración de los Juegos, dándose hasta mediados de agosto para nombrar un primer ministro y dejar que los partidos políticos negocien.
El misterioso sabotaje a objetivos ferroviarios y de telecomunicaciones al inicio de los Juegos parecía un presagio ominoso, pero después de eso, el evento continuó sin más preocupaciones de seguridad.
Macron se trasladó a su residencia presidencial en la Riviera francesa, con algunas incursiones en París, incluido un largo abrazo con el titán del judo francés Teddy Riner después de conseguir su cuarta medalla de oro en su carrera.
Mientras muchos en Francia seguían las tribulaciones de los Lebrun, dos hermanos jugadores de ping-pong, o aplaudían al nadador estrella Leon Marchand, los políticos han estado planeando una salida a la crisis.
Ahora, Macron tendrá que tomar una decisión, pero el lunes no parecía tener prisa.
En una entrevista con el diario deportivo L’Equipe, no dio ninguna pista sobre quién o cuándo nombraría a alguien, pero dijo: «Todos aquellos que no creyeron en los Juegos estaban equivocados».
«A menudo, cuando se enciende la televisión o se lee un periódico, se habla de decadencia. Los franceses han redescubierto que pueden hacer grandes cosas juntos», afirmó, añadiendo que esperaba aprovechar esa buena voluntad para superar las divisiones políticas.
Queda por ver si puede obtener algún rédito político, pero sus oponentes más feroces, la líder de extrema derecha Marine Le Pen y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, al menos han tenido que silenciar sus críticas durante los Juegos.
Tiempo de decisión
Hasta ahora, Macron ha ignorado al candidato acordado por la alianza de izquierda, el Nuevo Frente Popular, que ganó las elecciones pero aún no ha hecho propuestas a otros partidos para lograr una mayoría.
A pesar de los esfuerzos por reforzar su perfil, la candidata elegida, Lucie Castets, sigue siendo una desconocida política.
“¿Quién es?”, se pregunta Zahera Dakkar, de 41 años, después de ver la final de voleibol en el Club France. “Hace dos semanas que no sigo la política. Los Juegos fueron una forma de escapar de todo eso”.
Las esperanzas de Castets de que la izquierda se haga con Matignon, la residencia oficial del primer ministro, parecen escasas. Macron cree que la votación ha dado como resultado una Asamblea Nacional cuyo “centro de gravedad está en el centro o en el centroderecha”, dijo una fuente cercana a él.
«Necesitamos una personalidad capaz de hablar con el centro, la derecha y la izquierda. Desde la derecha con conciencia social hasta la izquierda que se preocupa por la ley y el orden», dijo la fuente, que pidió no ser identificada para poder comentar el pensamiento del presidente.
Xavier Bertrand, un ex ministro conservador del ex presidente Jacques Chirac que ha tenido duras palabras contra Macron pero que ha colaborado de manera constructiva con su gobierno en su feudo de la región norte, podría ser compatible, dijo la fuente.
Bernard Cazeneuve, ex primer ministro del presidente socialista François Hollande, que estaba en el cargo en el momento de los ataques islamistas de 2015 en París, también podría trabajar, dijo la fuente. Las oficinas de ambos hombres no respondieron a una solicitud de comentarios.
Desafío presupuestario
Quienquiera que Macron nombre tendrá una tarea difícil, con la aprobación parlamentaria del presupuesto 2025 como prioridad en un momento en que Francia está bajo presión de la Comisión Europea y los mercados de bonos para reducir su déficit.
«Si Macron intenta nombrar una especie de gobierno de derecha, no obtendrá ningún presupuesto», dijo Eric Coquerel, el jefe izquierdista del comité de finanzas del parlamento.
El entorno de Macron desea utilizar los Juegos, organizados por un presidente centrista, un alcalde socialista y un líder regional conservador, como ejemplo de lo que Francia puede hacer cuando diferentes partes se unen.
Sus rivales quieren asegurarse de que el presidente no reciba ningún crédito, dijo a Reuters la senadora Laure Darcos.
Aunque la suerte de Macron en el país sigue siendo sombría, los Juegos han reforzado su posición internacional.
Michael Payne, exjefe de marketing del COI, dijo que el presidente es visto desde el extranjero como «el líder que cumplió», pero creía que Macron había cometido un error estratégico al convocar elecciones anticipadas antes de los Juegos Olímpicos en lugar de después.
En el Club Francia, donde las familias hacían cola para tomarse selfies con la antorcha olímpica o adquirían mascotas rojas y esponjosas, era difícil encontrar a alguien que quisiera hablar de política.
“¡Por favor, no!”, dijo Frant con una bandera francesa alrededor del cuello.
