El expresidente catalán, Charles Puigdemont, dice que planea regresar a España para la toma de posesión del nuevo jefe regional, el socialista Salvador Illa, a pesar de enfrentar un posible arresto en medio de crecientes tensiones políticas.
Incluso con la aprobación de la polémica ley de amnistíaque indulta las actuaciones ilegales de unos 300 dirigentes y activistas separatistas catalanes entre 2011 y 2023, queda fuera de esta sentencia el delito de malversación de fondos cometido por miembros del anterior gobierno de Puigdemont -incluido él mismo- durante el referéndum ilegal de independencia de octubre de 2017.
Puigdemont, expresidente de la Generalitat y líder en el exilio de la formación separatista de derecha Junts per Catalunya (JxCat), tiene una orden de detención nacional.
Si decide cruzar la frontera desde la región francesa de Vallespirdonde reside actualmente, tras mudarse allí desde Waterloo (Bélgica), lo más probable es que sea arrestado.
Pese a este riesgo, Puigdemont reiteró en su cuenta X su intención de regresar a España para asistir a la ceremonia de investidura de Illa, que podría tener lugar el viernes (9 de agosto), o este fin de semana, según informó el socio de Euractiv. EFE.
“Me imagino lo que me espera (ser detenido) pero sé lo que debo hacer”, afirmó Puigdemont al dar por hecho que estará preso “quién sabe por cuánto tiempo”. lamentó Puigdemont .
En respuesta, la presidenta de JxCat, Laura Borràs, exigió este lunes que Illa exprese oficialmente su respuesta si Puigdemont cruza la frontera franco-española.
“La pregunta es: ¿qué hará Salvador Illa si en su debate de investidura, si el presidente Puigdemont es detenido porque los jueces españoles no aplican la ley (de amnistía) que su partido (PSOE) y su gobierno aprobaron?”, se preguntó Borrás.
Desde el Elecciones anticipadas Desde que se celebró en Cataluña el pasado 12 de mayo, los acontecimientos políticos en esta próspera región del noreste de España han evolucionado rápidamente.
Illa, exministro de Sanidad y líder del Partido Socialista de Cataluña, aunque ganó las elecciones regionales no obtuvo los votos suficientes para formar una mayoría, por lo que en las últimas semanas ha estado negociando sin descanso con los partidos políticos para ganar el poder.
Dado que el partido de Illa, el PSC, no comparte plenamente una ideología separatista, él y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (PSOE/S&D), se han visto obligados a tomar una decisión. concesiones generosas al partido ideológico más cercano con el que pueden trabajar: el izquierdista separatista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
La estabilidad del Ejecutivo progresista de Sánchez y de la plataforma de izquierdas Sumar depende ahora tanto de los siete diputados de ERC en el Congreso como de los siete del grupo de Puigdemont.
El altísimo precio de los separatistas
Del mismo modo que Sánchez tuvo que prometer hace unos meses a Puigdemont y a ERC una ley de amnistía, además de concesiones más amplias para reforzar el autogobierno catalán, Illa ha tenido que seguir también al presidente del Gobierno español, accediendo a lo que Madrid llama eufemísticamente Conciliación singular, o un modelo de financiación especial para Cataluña.
Sin embargo, este concepto, que aún no se ha concretado, ha resultado una píldora amarga de tragar para aquellas provincias gobernadas por Partido Popular (PP/PPE). Sus presidentes regionales advirtieron que, de implementarse, creará “regiones de primera y segunda clase”, socavando los principios de equidad y solidaridad entre regiones.
España está muy descentralizada y algunos expertos la describen como cuasi federal, con 17 «comunidades autónomas» con poder para proporcionar servicios públicos clave, entre ellos vivienda, educación y salud.
Por tanto, España tiene dos modelos básicos de financiación de las regiones.
Uno de ellos es el llamado sistema «común», que cubre casi Todas las regionesincluidas las Islas Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (en el norte de África).
El otro se llama “régimen foral”.régimen formal), que incluye el País Vasco y Navarra (norte), que gozan de privilegios fiscales especiales por razones históricas.
Además de estas transferencias del gobierno central, las regiones pueden recaudar dinero adicional a partir de sus propios recursos, incluidos numerosos impuestos locales, o solicitar subvenciones de la UE.
La principal diferencia entre ambos modelos es que en el sistema de “régimen común” es la administración central la que recauda gran parte de los impuestos y los distribuye entre las regiones, sobre la base de un principio de solidaridad entre las regiones más ricas y más pobres.
Pero en el “régimen foral” (régimen foral), son las regiones las que recaudan los impuestos para financiar sus inversiones, pagando una contribución al estado central.
Aunque el acuerdo firmado el 30 de julio entre Sánchez y ERC, para facilitar la investidura de Illa, incluye una mejora significativa en las transferencias de Madrid a Cataluña, incluida la financiación de la policía regional y de investigación y desarrollo, el partido separatista exige ahora mucho más.
Este “precio a pagar” por Sánchez parece que será muy alto, pues tras el eufemismo de “financiación singular” se esconde la exigencia de que Cataluña, una región con 7,6 millones de habitantes, se quede con todos los impuestos que recaude en el futuro.
Si la propuesta sale adelante, muchos expertos advierten de que podría suponer el fin del actual sistema de financiación, basado en la equidad y la solidaridad entre territorios, en favor de un modelo de geometría variable o “multivelocidad” si la región de Cataluña es capaz de recaudar todos sus impuestos en el futuro.
[Edited by Rajnish Singh]