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Los conservadores estadounidenses y húngaros deben unir fuerzas en las elecciones de 2024 para “recuperar” las instituciones en Washington y Bruselas de manos de los liberales que amenazan la civilización occidental, dijo el jueves (4 de agosto) el primer ministro Viktor Orbán.
Orbán, un nacionalista húngaro que se dirigía a una reunión conservadora en Dallas, también dijo que Estados Unidos necesita un líder fuerte para negociar un acuerdo de paz para que Rusia ponga fin a la guerra en Ucrania, el vecino de Hungría.
“Solo un líder fuerte puede negociar la paz”, dijo Orbán en declaraciones a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), una destacada organización política estadounidense. “Necesitamos un Estados Unidos fuerte con un líder fuerte”.
Orbán no se refirió específicamente al expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha insinuado públicamente que volverá a buscar la presidencia en 2024. Trump ha respaldado a más de 100 candidatos conservadores antes de las elecciones estadounidenses de mitad de período de este año.
Pero Orbán y Trump tenían relaciones cálidas y el líder húngaro respaldó a Trump antes de las elecciones estadounidenses de 2020. Antes de la conferencia de CPAC, le deseó éxito a Trump en un mensaje de video.
Al igual que Trump en Estados Unidos, Orbán ha sido muy criticado en Europa. Los líderes de la Unión Europea, de la que Hungría es miembro, han dicho que ha socavado la democracia con medidas que restringen la inmigración y dan a su gobierno control sobre los medios y las organizaciones no gubernamentales.
Orbán, quien fue reelegido por cuarto mandato consecutivo en abril, dijo que hay mucho en juego para 2024. Además de las elecciones estadounidenses, los europeos votarán sobre los escaños del Parlamento Europeo ese año.
“Estos dos lugares definirán los dos frentes en la batalla por la civilización occidental”, dijo Orbán.
Llamándose a sí mismo “un luchador por la libertad a la antigua”, Orbán dijo que Hungría y su gobierno estaban “bajo el asedio de los liberales progresistas”.
Dijo que los progresistas buscan separar la civilización occidental de sus raíces cristianas. La feroz postura antiinmigración de su gobierno, las políticas a favor de la familia y el rechazo a la ideología de género resisten esos esfuerzos, agregó.
“Esta guerra es una guerra cultural”, dijo Orbán. “Tenemos que revitalizar nuestras iglesias, nuestras familias, nuestras universidades y nuestras instituciones comunitarias”.
En un discurso el mes pasado, Orbán dijo que, a diferencia de Europa occidental, donde los lugareños se mezclan con inmigrantes no europeos, Hungría no es un país de “mestizos”. Sus palabras provocaron la condena de Estados Unidos, la Unión Europea, grupos judíos y académicos.
Unos días después, Orbán se retractó y dijo que a veces decía las cosas de una manera “que se puede malinterpretar”.
Le dijo a CPAC que quienes lo acusaban a él o a su gobierno de racismo eran “idiotas”. Dijo que su gobierno había adoptado una política de «tolerancia cero» sobre el racismo y el antisemitismo.
“Acusarnos es una noticia falsa”, agregó.
