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El Ministro del Interior de España pidió el jueves (10 de octubre) a la agencia europea de fronteras Frontex que solicite permiso a las naciones africanas para patrullar sus aguas en un intento de «salvar vidas» en la peligrosa ruta de migración irregular desde el continente hacia el cercano archipiélago de las Islas Canarias.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo que Frontex había operado en territorio africano durante el último pico de migración a las Islas Canarias en 2006, y que ya había trabajado con las fuerzas fronterizas españolas recopilando inteligencia en las Islas Canarias.
Ahora debería pedir permiso a Mauritania, Senegal y Gambia -países de origen y tránsito de migrantes que cruzan el Atlántico hacia Europa en precarios barcos pesqueros- para enfrentarse a los traficantes de personas y frenar las salidas.
Frontex sólo podría proteger verdaderamente las fronteras de Europa de la migración irregular si también operara fuera de ellas, afirmó.
«Es particularmente importante mejorar su capacidad de actuar en el extranjero, tanto en términos de retorno como de gestión de fronteras», dijo a los ministros del Interior de la UE reunidos en Luxemburgo.
La ruta del Atlántico hacia las Islas Canarias ha experimentado el crecimiento más rápido de la migración irregular en los últimos años, aunque las cifras siguen siendo inferiores a las de la ruta del Mediterráneo central hacia Italia.
Las cifras del Ministerio del Interior español muestran que las Islas Canarias han recibido un total de 26.758 inmigrantes hasta julio de este año, en comparación con 39.910 en todo 2023.
El flujo ha aumentado las tensiones entre la administración regional del archipiélago y el gobierno central por la atención de unos 5.000 inmigrantes menores de edad.
El mes pasado, un barco volcó cuando los rescatistas se acercaban, dejando al menos 48 personas desaparecidas en el incidente de este tipo más mortífero en 30 años de cruces en la ruta.
El miércoles, el primer ministro español, Pedro Sánchez, hizo una apasionada y poco común defensa en términos europeos de la migración, para apuntalar el envejecimiento de la población y la economía de España, e insistió en que la migración ilegal representaba sólo una pequeña proporción de las llegadas.
