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La campaña presidencial brasileña despega: Lula y Fernando Cardoso se han unido para derrocar a Bolsonaro
“Aquí es donde renací… Aquí es donde el creador me salvó la vida para que pudiera dar lo mejor de mí por nuestra nación como presidente”, dijo un emocionado Bolsonaro a sus seguidores.
Lula da Silva inició su campaña con una visita a una fábrica de automóviles Volkswagen en las afueras de Sao Paulo, donde lanzó su carrera política como líder sindical.
La campaña presidencial brasileña más polarizada en los últimos años se lanzó oficialmente el martes con el expresidente Lula da Silva liderando cómodamente al titular Jair Bolsonaro en las encuestas de opinión. Pero las encuestas de opinión en Brasil no han sido muy precisas en las últimas elecciones y el gobierno brasileño todavía tiene demasiados recursos disponibles.
Lula da Silva, un exdirigente sindical, fue presidente durante dos mandatos consecutivos de cuatro años y dejó el cargo con la calificación más alta de cualquier presidente brasileño. Pero su sucesora elegida a dedo, Dilma Rousseff, una mujer obstinada, fue expulsada por el Congreso y Lula terminó en la cárcel por varios cargos de corrupción. Sin embargo, algunos de los cargos fueron posteriormente desestimados por la Corte Suprema y él puede postularse nuevamente.
El presidente Bolsonaro es un populista nacionalista extremo apoyado por los conservadores cristianos, el lobby de la agroindustria y una comunidad empresarial industrial dividida en la economía más grande de América Latina. Con antecedentes militares, ecléctico en sus reacciones y declaraciones, el presidente lanzó su campaña en Juiz de Fora, un pequeño pueblo donde un atacante lo apuñaló y casi lo mata durante su campaña de 2018 cuando fue elegido por primera vez.
“Aquí es donde renací… Aquí es donde el creador me salvó la vida para que pudiera dar lo mejor de mí por nuestra nación como presidente”, dijo un emocionado Bolsonaro a sus simpatizantes. Bolsonaro habló sobre el cristianismo y los valores familiares, reconociendo los “graves problemas” de Brasil. También advirtió que el regreso de su oponente sería un “paso atrás” y daría paso al “comunismo” y la “ideología de género”.
“Nuestro país ya no quiere corrupción, quiere orden y prosperidad”, dijo Bolsonaro. Sus simpatizantes interrumpieron su discurso coreando “Lula ladrón”.
Lula da Silva inició su campaña con una visita a una fábrica de automóviles Volkswagen en las afueras de Sao Paulo, donde lanzó su carrera política como líder sindical en la década de 1970. “Regreso para que podamos recuperar nuestro país”, dijo en un discurso ardiente. Lula llamó a Bolsonaro un «presidente falso y genocida» y condenó las «mentiras» que dijo que el campo del titular estaba difundiendo sobre él.
En un video publicado en las redes sociales la madrugada del martes, también dijo que el hambre había regresado a Brasil bajo Bolsonaro y que la inflación estaba golpeando a las familias que no pueden sobrevivir con salarios mínimos.
La boleta de Lula se completa con Geraldo Alckmin, exgobernador de Sao Paulo y colaborador cercano de Fernando Henrique Cardoso, líder indiscutible de la política de centro en Brasil y con quien Lula negoció el acuerdo electoral por temor a una victoria de Bolsonario si cada uno se presenta solo. Cardoso y Lula han sido durante años rivales, pero unieron fuerzas para enfrentar al titular.
En la mayoría de las encuestas de opinión para la votación del 2 de octubre, Lula tiene una ventaja de doce puntos sobre Bolsonaro, y ambos candidatos están muy por delante de los otros 10 candidatos. Una encuesta del lunes realizada por IPEC mostró que el 44% de los votantes apoya a Lula en la primera vuelta, mientras que el 32% apoya a Bolsonaro. En una segunda vuelta, Lula sería elegido con el 51% de los votos frente al 35% de Bolsonaro.
Sin embargo, Bolsonaro ha logrado reducir la ventaja de Lula en las últimas semanas aumentando el gasto social para las familias pobres e instando a la petrolera estatal Petrobras a reducir los precios del combustible, un factor clave de la inflación.
Bolsonaro ha expresado previamente dudas infundadas sobre el sistema de votación electrónica de la nación. Y el año pasado, declaró ante decenas de miles de simpatizantes que solo Dios puede sacarlo del poder.
Sin embargo, a pesar de su cercanía con los militares, varios de los cuales son miembros del gabinete de Bolsonaro, incluido su compañero de candidatura presidencial, el general Walter Braga Netto (exministro de Defensa), los oficiales de alto rango han anticipado que respetarán estrictamente la Constitución.
Otro tema importante de la campaña es que la comunidad empresarial en general en Brasil está dividida entre aquellos que quieren una mayor apertura de la economía, menos protección industrial para mejorar la competitividad y la venta de activos gubernamentales, incluida la poderosa Petrobras. Esta posición es apoyada por Bolsonaro y su ortodoxo ministro de economía, Paulo Guedes. Pero Cardoso y Lula, con diferente énfasis en cuanto a los tiempos, están de acuerdo con el proteccionismo industrial actual, cerraron mercados casi cautivos, temiendo que las condiciones mundiales no estén listas para las medidas audaces patrocinadas por los titulares.
Pero dependerá de unos 156 millones de brasileños votantes registrados decidir quién es el próximo presidente brasileño en una votación de dos vueltas, el 2 de octubre. y el 30 de octubre si ningún candidato logra el 50% de los votos emitidos más uno en la primera vuelta.
