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Alemania recibió luz verde para apoyar la producción del llamado acero verde con 2.000 millones de euros, anunció la Comisión Europea el jueves, proporcionando un alivio muy necesario para el sector siderúrgico del país.
Después de revisar si está en línea con las normas de ayuda estatal de la UE, la Comisión aprobó los planes de Alemania para inyectar 2.000 millones de euros en una nueva planta de Thyssenkrupp, cuya inauguración está prevista para 2026, con los fondos provenientes del gobierno federal y el estado de Renania del Norte-Westfalia.
“Esta es una decisión de enorme importancia para la protección del clima y Alemania como base industrial. […] No menos importante, se trata de muchos puestos de trabajo que ahora están preparados para el futuro gracias a la propuesta”, dijo el ministro alemán de Economía Verde, Robert Habeck, en respuesta al anuncio de la Comisión.
El miércoles, la Comisión ya había permitido al Estado alemán apoyar inversiones privadas vinculadas a la transición verde con hasta 3.000 millones de euros. Margrethe Vestager, la comisaria de Competencia de la UE, calificó los planes de Alemania como “un paso importante hacia los ambiciosos objetivos climáticos de Europa”.
La planta de ThyssenKrupp ha sido aclamada como un hito importante en la transición ecológica, y el ministerio espera que, por sí sola, reduzca las emisiones de la industria siderúrgica alemana en un 6 %.
Funcionará con gas natural al principio, pero luego pasará a producir acero completamente a partir de hidrógeno verde hasta 2037, algo que Habeck celebró «como un impulso importante para el negocio del hidrógeno en Alemania y Europa».
La aprobación de la Comisión también brinda un impulso muy necesario a la industria siderúrgica alemana, que representa un tercio de las emisiones industriales del país, lo que la convierte en un objetivo clave para la transición verde.
Al igual que Thyssenkrupp, se dice que los productores de acero en Alemania no pueden financiar el cambio tecnológico debido a las malas perspectivas de inversión y los altos costos de producción y energía.
Mientras tanto, se espera que las empresas competidoras del exterior continúen produciendo acero más barato y más sucio hasta bien entrada la segunda mitad del siglo.
(Nick Alipour | EURACTIV.de)
