El levantamiento abrupto de las restricciones de COVID-19 por parte de Beijing el mes pasado ha llevado a los analistas a mejorar su perspectiva económica y un salto en los mercados financieros chinos, pero las empresas han tenido problemas con el aumento de infecciones, lo que sugiere una recuperación accidentada en el corto plazo.
La producción fabril creció un 1,3 por ciento en diciembre respecto al año anterior, desacelerándose desde un aumento del 2,2 por ciento en noviembre, mientras que las ventas minoristas, un indicador clave del consumo, se contrajeron un 1,8 por ciento el mes pasado, extendiendo la caída del 5,9 por ciento de noviembre.
Los economistas de Morgan Stanley esperan una recuperación del crecimiento más temprana y más fuerte desde el primer trimestre, elevando el crecimiento del PIB de 2023 al 5,7 por ciento.
«Creemos que el mercado todavía está subestimando las ramificaciones de gran alcance de la reapertura y la posibilidad de que pueda ocurrir una recuperación cíclica decente a pesar de los vientos en contra estructurales persistentes», dijeron en una nota.
Los líderes chinos se comprometieron a priorizar la expansión del consumo para respaldar la demanda interna este año, en un momento en que los exportadores locales luchan ante los riesgos de recesión mundial.
En una reunión de establecimiento de la agenda en diciembre, los principales líderes se comprometieron a centrarse en estabilizar la economía en 2023 y aumentar el apoyo a las políticas para garantizar que se alcancen los objetivos clave.
Es probable que China apunte a un crecimiento económico de al menos un 5 por ciento en 2023 para controlar el desempleo, dijeron fuentes políticas.
Se espera que el banco central suavice constantemente la política este año, bombeando más liquidez y reduciendo los costos de financiación para las empresas, mientras que es probable que los gobiernos locales emitan más deuda para financiar proyectos de infraestructura.