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La rivalidad entre Estados Unidos y China podría pisotear a Panamá

Tres puentes cruzan el Canal de Panamá, una de las rutas de navegación más importantes del mundo, y se planea construir un cuarto. El primero fue una hazaña de la ingeniería estadounidense, mientras que empresas europeas construyeron el segundo y el tercero. El cuarto lo construirá China y la controversia lo ha retrasado varios años.

La historia de los puentes ilustra los cambiantes vientos geopolíticos que azotan a Panamá, ubicada en una encrucijada estratégica entre el Atlántico y el Pacífico y entre América del Norte y del Sur.

La antigua colonia española se encuentra atrapada en un tira y afloja entre su antiguo protector, Estados Unidos, y el poder emergente de China.

Las molestias estadounidenses se levantaron en 2017, cuando Panamá cambió repentinamente su lealtad diplomática de Taiwán a China. Casi al mismo tiempo, se anunciaron muchos proyectos respaldados por China, incluida una terminal de cruceros, una línea ferroviaria de alta velocidad a Costa Rica, un enorme centro de convenciones, el cuarto puente y un nuevo edificio de la embajada china cerca del canal.

Seis años después, tras un cambio de presidente en Panamá y lo que los funcionarios dicen en privado fue un fuerte cabildeo estadounidense, la cartera china es más modesta. La terminal está casi terminada y el centro de convenciones está abierto, pero los otros proyectos se han retrasado o abandonado.

El embajador de China en Panamá, Wei Qiang, está indignado. “No entiendo cómo un país que es la única superpotencia del mundo puede tener tanta paranoia”, dice sobre la oposición estadounidense a los proyectos chinos. “El sentimiento histérico y las pasiones son comparables con la guerra fría. Es un nuevo macartismo”.

Oficialmente, los estadounidenses no han mostrado sus músculos diplomáticos. “Absolutamente no, ningún tipo de presión estadounidense, ninguna”, insiste el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo. Rita Vásquez, directora editorial del diario La Prensa, lo ve diferente. “Este gobierno parece haberse divorciado de China”, dice. “El tren de alta velocidad a Costa Rica fue archivado tan pronto como tomó energía”.

A lo largo del siglo XX, Panamá fue una de las principales prioridades de los Estados Unidos. Los estadounidenses lo ayudaron a separarse de Colombia y, a cambio, se les otorgó la propiedad de una franja de tierra para construir y operar el canal de navegación. Surgieron grandes bases aéreas y navales, así como el cuartel general del Comando Sur de los Estados Unidos. La presencia duró hasta 1999.

Mientras tanto, Panamá había estado intentando construir una relación con China durante décadas. Jorge Ritter, excanciller, recuerda que cuando el entonces presidente de Panamá, Aristides Royo, inició conversaciones con China sobre el reconocimiento diplomático en 1979, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, llamó por teléfono. “Dijo que había sido muy difícil conseguir el tratado del Canal [returning sovereignty over the Canal Zone to Panama] aprobada en el Congreso”, dijo Ritter. “Así que le rogó a Royo: ‘No me hagas esto’. Royo lo metió en el congelador.

Pero este siglo, con Estados Unidos enfocado en otros eventos globales, Panamá ha pasado a un segundo plano. “Es como si no estuviéramos en la agenda de Estados Unidos”, lamenta un expresidente panameño. “Pasamos cuatro años sin un embajador de Estados Unidos. Es como si la región no les interesara”.

Incluso Cortizo, un aliado de Washington, se siente frustrado por la incapacidad de Estados Unidos para realizar grandes promesas de proyectos de desarrollo. Recuerda una visita de una delegación de la administración de Biden que promocionaba una agenda de «Reconstruir un mundo mejor» hace un año. “Hasta ahora no ha llegado a buen término”, suspira. China, mientras tanto, avanza a toda máquina. Envió la mayor delegación de empresas a la feria comercial de Panamá este año y planea comenzar a construir su nueva embajada dentro de unos meses. La construcción del cuarto puente está lista para avanzar.

Si bien están felices de tener la inversión adicional, a los panameños les preocupa que su preciada neutralidad sea cada vez más difícil de mantener. “En un país tan pequeño y frágil como el nuestro”, dice Ritter, la neutralidad “no solo es necesaria. Es la única posición que puede tomar Panamá”.

“No estoy aquí para que Panamá tiene que elegir entre EEUU y China”, dice la embajadora americana, Mari Carmen Aponte. Pero así es como a menudo se puede sentir para los panameños.

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Written by PyE

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