Rusia, China, Pakistán, India, Irán y cinco estados de Asia Central antes soviéticos se unieron a los talibanes para pedir a la ONU que convoque una conferencia de este tipo lo antes posible para ayudar a reconstruir el país.
Dijeron que debería llevarse a cabo «en el entendimiento, por supuesto, de que la carga principal … debería ser soportada por las fuerzas cuyos contingentes militares han estado presentes en este país durante los últimos 20 años».
Esa fue una clara referencia a Estados Unidos y sus aliados, que invadieron Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y cuya abrupta retirada allanó el camino para que los talibanes islamistas recuperaran el control del país en agosto.
Washington decidió no asistir a las conversaciones, citando razones técnicas, pero ha dicho que podría unirse a rondas futuras.
Rusia ha encabezado los pedidos de ayuda internacional, consciente de que cualquier desbordamiento del conflicto de Afganistán podría amenazar la estabilidad regional.
«Nadie está interesado en la parálisis completa de todo un estado, que limita, entre otras cosas, con la CEI (Comunidad de Estados Independientes)», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
Desde que regresaron al poder, los talibanes dicen que han actuado lo más rápido posible para abrir su gobierno y garantizar los derechos de las mujeres, y que no representan una amenaza para ningún otro país.
«Afganistán nunca permitirá que su suelo sea utilizado como base para que nadie amenace la seguridad de otro país», dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Amir Khan Muttaqi.
Abdul Salam Hanafi, el viceprimer ministro que encabezó la delegación, dijo: «Aislar Afganistán no beneficia a nadie».
Si bien los gobiernos de todo el mundo, incluida Rusia, se han negado a otorgar reconocimiento oficial al gobierno talibán, el comunicado reconoce la «nueva realidad» de su ascenso al poder.
Buscando influencia
La iniciativa de Rusia de albergar las conversaciones es parte de un esfuerzo por aumentar su influencia en la región después de la retirada de Estados Unidos. Su principal temor es el riesgo de inestabilidad en Asia Central, y los posibles flujos migratorios y la actividad militante islamista dirigida desde Afganistán.
Rusia libró su propia guerra desastrosa en Afganistán en la década de 1980 y tiene estrechos vínculos militares y políticos con las ex repúblicas soviéticas de Asia Central que limitan con Afganistán.
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