La ministra de Integración, Susanne Raab, considera que el sistema europeo de asilo está roto, con las estructuras de integración llevadas al límite por el aumento del número de solicitantes, lo que requiere un sistema europeo común.
Austria ha registrado unos 100.000 refugiados no ucranianos en 2022. Con viviendas abrumadas, el gobierno se vio obligado a recurrir a proporcionar tiendas de campaña a los refugiados.
El creciente número de solicitantes de asilo es “un gran desafío para las estructuras de integración, que ciertamente están al límite”, dijo Raab, un conservador. APA en una entrevista.
“Finalmente necesitamos un sistema europeo común de asilo con una protección efectiva en las fronteras exteriores”, subrayó. Actualmente, Suecia ocupa la presidencia rotatoria de la UE y ha descartado un “pacto” sobre migración durante su mandato.
“No es aceptable que los refugiados puedan elegir sus países de destino y que actualmente Austria sea el principal lastre”, subrayó. El hecho de que Austria, junto con algunos otros países, tenga uno de los números más altos de solicitudes de asilo en Europa “no es justo ni correcto”.
Sus conclusiones fueron recibidas con burla por parte del FPÖ de extrema derecha. “Uno tiene que preguntarse si está en el lugar correcto en su oficina”, explicó el portavoz de política de seguridad del partido, Hannes Amesbauer. El FPÖ insiste en que los solicitantes de asilo no se integren sino que regresen a sus respectivos países de origen.
Raab pasó a justificar el veto de Austria contra Bulgaria y Rumania que se unen al área Schengen, el círculo interno casi sin fronteras de la UE, ya que no tenía sentido expandir un sistema roto. Viena fue ampliamente criticada por socios de la UE como Alemania, ya que se entendió que el veto de Schengen era un movimiento para complacer a la política interna.
Además, enfatizó que “la demanda de trabajadores calificados no puede ser satisfecha por la integración del asilo”. Esto, lo atribuyó al bajo nivel de educación y al “conjunto diferente de valores” de los solicitantes de asilo.
(Nikolaus J. Kurmayer | EURACTIV.de)