Esta vez se suponía que iba a ser diferente. El verano pasado, el precio del gas natural estadounidense alcanzó un máximo de 10 dólares por millón de unidades térmicas británicas. La preocupación entonces era que Europa se quedaría sin suministros de invierno ya que Rusia recortó su producción en protesta por las sanciones.
Hoy, el precio ha caído a solo $2/mmbtu. El consumo de gas en los EE. UU. ha alcanzado un mínimo de cinco años gracias a un invierno templado. Según el Departamento de Energía de EE. UU., el país terminará marzo con más de 1,9 billones de pies cúbicos de gas almacenados, una cuarta parte más que el promedio de cinco años.
Un auge masivo de la producción en la década de 2010 provocó un exceso de oferta, precios bajos y, finalmente, dificultades financieras para algunas empresas. Los accionistas obligaron a los perforadores de petróleo y gas a adoptar medidas de austeridad.
Siguió la guerra de Ucrania. La industria del gas de EE. UU. imaginó una era dorada en la que el crecimiento de la producción se vería respaldado por precios y rentabilidad sostenidos más altos. Se está convirtiendo en una larga espera.
Un optimista es Chesapeake Energy, pionero en la perforación de esquisto. Se declaró en bancarrota en 2020, pero resurgió y se alejó del petróleo y se acercó al gas. Sus acciones han caído más de una cuarta parte desde su punto máximo el verano pasado. El presidente ejecutivo de Chesapeake, Domenic Dell’Osso, les dijo a los inversionistas el mes pasado que la compañía tuvo que manejar la volatilidad de los precios este año, pero que las tendencias seculares respaldaron al gas natural como un producto básico ganador.
Su tesis depende en parte del volumen de capacidad de exportación de GNL que Estados Unidos está agregando. Estados Unidos comenzó a exportar gas natural recién en 2016 y su capacidad de envío actual ya alcanzó los 14.000 millones de pies cúbicos por día, una cifra que aumentará a unos 20.000 millones de pies cúbicos con la adición de tres nuevas terminales de exportación.
El Departamento de Energía de EE. UU. admite que sus pronósticos no anticiparon la escala del enfriamiento actual en los precios del gas natural. Puede resultar que no sea más que un capricho del clima. Pero los inversionistas han sido quemados antes por profecías de vientos de cola seculares y nueva disciplina de producción. Deberían conservar su escepticismo duramente ganado.
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