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El sábado (3 de agosto) se produjeron violentos disturbios en varias ciudades británicas, en los que policías resultaron heridos y propiedades dañadas, en los disturbios más generalizados del país en 13 años, tras el asesinato de tres niñas en el noroeste de Inglaterra.
Se han producido disturbios en los que han participado cientos de manifestantes antiinmigratorios en pueblos y ciudades después de que se difundiera rápidamente en las redes sociales información falsa de que el sospechoso del ataque con cuchillo del lunes en una clase de baile para niños en Southport era un migrante musulmán radical.
La policía dijo que el sospechoso, Axel Rudakubana, de 17 años, nació en Gran Bretaña, pero las protestas de manifestantes antiinmigratorios y antimusulmanes han continuado, derivando en violencia, incendios y saqueos.
Se produjeron violentos desórdenes en Liverpool, Bristol, Hull y Belfast (cuatro ciudades situadas en diferentes rincones del Reino Unido), con enfrentamientos y lanzamientos de ladrillos y botellas cuando los manifestantes antiinmigración se enfrentaron a grupos opuestos al racismo.
Muchos agentes de policía resultaron heridos cuando intentaban evitar que varios cientos de manifestantes rivales, en su mayoría hombres jóvenes que coreaban consignas, se enfrentaran.
En Liverpool, dos oficiales fueron hospitalizados con presuntas fracturas faciales mientras que otro fue empujado desde su motocicleta y agredido en el desorden que involucró a unos 750 manifestantes y un número similar de manifestantes rivales, dijo la Policía de Merseyside, la fuerza que supervisa la ciudad del noroeste.
Al menos dos tiendas en Liverpool fueron vandalizadas y saqueadas, añadió la policía.
Escenas similares se presenciaron en la ciudad suroccidental de Bristol, aunque los manifestantes antirracistas superaron en número a los grupos antiinmigración; las imágenes de televisión los mostraron enfrentándose a la policía con equipo antidisturbios.
En Belfast, algunos negocios reportaron daños a la propiedad mientras que al menos uno fue incendiado, según la policía.
«No tengo ninguna razón por la que nos atacaron», dijo Rahmi Akyol, de pie frente a las puertas de cristal destrozadas de su cafetería en Belfast, que según él fue atacada por docenas de personas con botellas y sillas.
“Llevo 35 años viviendo aquí. Mis hijos y mi mujer son de aquí. No sé qué decir, es terrible”, afirmó.
En toda Gran Bretaña, la policía ha arrestado a docenas de personas por delitos que van desde desorden violento hasta robo y daños criminales.
Se han desplegado policías adicionales en varias ciudades y se ha recomendado a las mezquitas de todo el país que refuercen la seguridad tras el ataque a una mezquita en Southport el martes.
‘Violencia imperdonable’
El primer ministro Keir Starmer, que se enfrenta a su primera gran prueba desde que fue elegido hace un mes, ha condenado a la “extrema derecha” por la ola de violencia y ha respaldado a la policía para que tome medidas enérgicas. El sábado habló sobre los disturbios con ministros de alto rango, según informó su oficina.
La última vez que estallaron disturbios en Gran Bretaña fue en 2011, cuando se produjo un brote de violencia mucho mayor y miles de personas salieron a las calles durante cinco noches después de que la policía matara a tiros a un hombre negro en Londres.
El viernes por la noche, cientos de manifestantes antiinmigración en Sunderland lanzaron piedras a la policía antidisturbios cerca de una mezquita, antes de volcar vehículos, prender fuego a un coche y provocar un incendio cerca de una comisaría de policía.
«Esto no fue una protesta. Fue una violencia y un desorden imperdonables», dijo el sábado a los periodistas Mark Hall, superintendente jefe de policía de la zona de Sunderland.
Se planearon más protestas para el domingo.
