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El 18 de marzo de 1962, los Acuerdos de Évian allanaron el camino para la independencia de Argelia de Francia después de más de siete años de una guerra espantosa. Sesenta años después, las heridas de ese sangriento conflicto siguen siendo profundas, en ambos lados de la división. FRANCE 24 habló con argelinos y ciudadanos franceses marcados por la guerra.
Sus nombres son Lucien, Bachir, Marie-Claude, Serge, Roger y Djamila. Son argelinos o franceses. En 1954, cuando el Guerra de Independencia de Argelia estalló, apenas habían salido de la adolescencia. Era una época de descolonización de la posguerra en todo el mundo. En Argelia, los llamados indígenas (nativos) esperaban el fin de 132 años de dominio colonial francés.
Pero Francia no vio las cosas de esa manera. Hogar de más de un millón de europeos (y unos 9 millones de argelinos), Argelia fue la única colonia del imperio colonial francés poblada por europeos y, como departamento francés, se consideraba parte de Francia. También era una tierra rica en petróleo y gas. En 1956, el gobierno francés de Guy Mollet decidió enviar al ejército para mantener el orden en el territorio ocupado. En total, 1,5 millones de jóvenes reclutas franceses fueron enviados a Argelia para luchar contra el Felaghasguerrilleros argelinos.
El 19 de marzo de 1962, cuando entró en vigor el alto el fuego alcanzado en los Acuerdos de Évian, 400.000 reclutas franceses seguían al otro lado del Mediterráneo. Su servicio militar duró al menos 18 meses, a veces 28 o incluso 30. Muchos encontraron la experiencia traumática. Durante décadas, hablar de lo que habían vivido fue un tabú, incluso dentro de sus propias familias. No se trataba de experiencias bélicas, al menos oficialmente, ya que los “sucesos” en Argelia –como se los conocía– no fueron reconocidos como guerra hasta 1999.
Entrevistamos a reclutas franceses, la esposa de un recluta, un Harki (un argelino que sirvió como auxiliar en el ejército francés), miembro del partido independentista Frente de Liberación Nacional (FLN, o Frente de Liberación Nacional) y combatiente del brazo armado del FLN, l’Armada de Liberación Nacional (ALN, o Ejército de Liberación Nacional). Nos hablaron sobre el colonialismo, el horror del conflicto, la tortura y el miedo, pero también sobre su deseo de curación. Sesenta años después de aquella guerra sin nombre, han rebuscado en su memoria y nos han contado sus historias.