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La saga australiana de Novak Djokovic es peligrosamente divisiva. El tenista serbio se está convirtiendo, posiblemente en contra de su voluntad, en un icono de los antivacunas. El autocrático presidente serbio Aleksandar Vučić usó su caso para denunciar “cómo funciona el orden mundial”, para regocijo de quienes se ganan la vida culpando a Occidente de los fracasos de sus propios países.
¿Djokovic está dividiendo el mundo entre vacunados y antivacunas? O, peor aún, ¿está siendo utilizado para dividirnos geopolíticamente, ya que representa al mundo ortodoxo frente a un Occidente dominado por los sajones?
El autor del Informe conoce personalmente a una pareja europea mixta que peleó por el drama de Djokovic que se desarrollaba en los últimos días, al borde del divorcio, y de regreso.
Esta es una historia real. El esposo italiano hizo comentarios sarcásticos mientras veían la televisión sobre “un mocoso balcánico que finalmente obtuvo su merecido”.
La esposa, una búlgara, se molestó y respondió que el gran tenista estaba siendo retratado injustamente por los medios occidentales, la corte y las autoridades estatales de Australia.
A nivel micro, la pareja discutió y eventualmente hizo las paces. Pero a nivel macro, el jurado aún está deliberando, a pesar de la decisión final de la corte australiana.
Para empezar, la ambientación del caso Djokovic necesita una explicación más detallada.
Australia ha sufrido algunos de los bloqueos de COVID-19 más duros del mundo y más del 90% de sus adultos están vacunados. Tiene tasas de contaminación muy bajas y es uno de los pocos lugares en la Tierra donde la política de “cero COVID” es plausible.
Cuando se difundió la noticia sobre el estado de Djokovic sin vacunas, el 80% de los encuestados australianos dijeron que debería ser deportado.
La opinión pública es importante en un momento en que el primer ministro Scott Morrison se prepara para las elecciones antes de mayo.
En retrospectiva, Djokovic y su equipo deberían haber sido mucho más cuidadosos. Australia es un lugar peligroso para burlarse del sistema de restricción COVID.
Sin embargo, a Djokovic se le permitió ingresar a Australia sin vacunación, en base a una exención médica organizada a través de Tennis Australia.
De hecho, se podría discutir si esta excepción era justa (dichas excepciones se otorgan a personas con enfermedades graves incompatibles con la vacunación, mientras que Djokovic pensó que el pinchazo podría afectar negativamente su rendimiento físico).
Pero se hizo la exención, lo que finalmente provocó una ira generalizada entre la mayoría de los australianos (aunque no entre la comunidad serbia).
Luego, Djokovic permaneció durante nueve horas en el aeropuerto hasta que le cancelaron la visa, alegando que no era elegible para una exención médica, y finalmente lo llevaron a un hotel especializado, en realidad un centro de detención.
A partir de ese momento, la prensa internacional olió sangre y el tema de repente cobró cobertura no solo en los medios deportivos sino en todos los ámbitos.
Mucho se ha dicho desde entonces. Antes de aterrizar en Melbourne el 5 de enero, Djokovic no era una personalidad antivacunas. Simplemente no habló sobre su estado de vacunación.
No será del interés de nadie (y ciertamente no del interés de Djokovic y del juego de tenis) crear narrativas heroicas dudosas para compensar la oportunidad perdida de ver a una estrella del tenis jugar en un torneo de primer nivel.
Somos conscientes de que algunos ya han discutido la posibilidad de que Djokovic se presente a la presidencia de Serbia (pero no antes de que lo decida Vučić). Todo es posible en el futuro.
En un futuro más inmediato, Djokovic tiene que tomar una decisión. Recibirá el pinchazo y seguirá jugando en los mejores torneos, o puede convertirse en político y montarse en la ola anti-vacunas, en un momento particular cuando la ciencia sugiere que la vacunación no hace que sea significativamente menos probable que contamines a otros.
Nuestra opinión es que al no poder jugar, y posiblemente ganar el Abierto de Australia, Djokovic no fue un héroe. Fue víctima de las circunstancias y, hasta cierto punto, de sus propios fracasos.
Pero hoy, Djokovic es una de las principales noticias mundiales, más de lo que sería si hubiera ganado un título récord de 21 Grand Slam. Hacer historia no es difícil para él, pero decidir sobre su futuro es más complicado.
Un mensaje de Los Verdes/ALE
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Las opiniones son del autor.
[Edited by Zoran Radosavljevic]
